Estados Unidos y el terrorismo contra Cuba

Pretoria, 2 de noviembre de 2020.- Artículo de Rodolfo Benítez Verson, Embajador de Cuba en Sudáfrica, Eswatini y Lesotho.

El pasado jueves 30 de abril, a las 2:05 de la madrugada, se perpetró un grave ataque terrorista contra la Embajada de Cuba en los Estados Unidos. Con un fusil semiautomático de asalto, fueron disparados 32 proyectiles contra nuestra sede diplomática en Washington DC.

En el momento de los hechos, había 10 funcionarios en la edificación; si el ametrallamiento hubiese tenido lugar en otro horario, la historia sería diferente. Habría podido ocurrir una masacre.

Como resultado de los impactos, se reportaron daños materiales al inmueble. Las balas impactaron en el frente de la Misión, principalmente en la puerta y columnas de la entrada. Varios proyectiles penetraron al interior del edificio, dañando la escalera principal, techo y paredes.

Para mayor gravedad, la embajada cubana está en una concurrida avenida del barrio Adams Morgan, entre las embajadas de Polonia y Lituania, apenas a 3 km de la Casa Blanca.

El perpetrador del ataque, un ciudadano de origen cubano nombrado Alexander Alazo Baró, fue detenido en la escena por las autoridades locales. Había planificado el atentado con antelación. Mantenía vínculos con grupos e individuos dentro de los Estados Unidos, con una trayectoria conocida de odio e instigación a la violencia y el terrorismo contra Cuba.

Es un hecho muy grave que una Embajada haya sido objeto de un acto terrorista. Sin embargo, a casi 6 meses del ataque,  el Departamento de Estado no ha emitido ninguna declaración pública oficial al respecto.

El Gobierno de los Estados Unidos ha optado por no rechazar este condenable ataque terrorista. Pretenden desentenderse de su responsabilidad legal de proteger a todas las misiones diplomáticas en su territorio, como establece la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas de 1961. 

Ni siquiera han reconocido el carácter terrorista del ataque, y así lo demuestran los cargos imputados al agresor. Su silencio cómplice ante este acto, alienta la ejecución de futuras acciones similares.

Este acto terrorista es un resultado directo de la política oficial agresiva y la creciente retórica hostil del Gobierno de los Estados Unidos contra Cuba; la permanente y abierta instigación a la violencia de políticos estadounidenses, incluidos altos funcionarios del Departamento de Estado,  y  la Embajada estadounidense en La Habana; así como de grupos extremistas anticubanos en ese país que han hecho de este tipo de ataques su medio de vida.

Quien escuche los frecuentes pronunciamientos y falsedades del Departamento de Estado y del propio Secretario de Estado, observará que hay constantemente una apelación al resentimiento y el odio a Cuba. Prácticamente no hay día en que no haya una declaración o un tuit ofensivo y manipulador del gobierno de Estados Unidos sobre la realidad cubana.

Tampoco es posible separar un hecho como este del recrudecimiento del ilegal bloqueo económico, comercial y financiero impuesto a Cuba por los Estados Unidos, incluso durante la pandemia de la COVID-19.

Pretenden ahogar por hambre y penurias al  pueblo cubano para que se subleve contra su Gobierno. Están condenados al fracaso. No han logrado imponer sus designios imperiales a nuestro pueblo en 61 años y no lo lograrán jamás.

Mientras Washington tolera y actúa como cómplice del terrorismo contra Cuba, en un acto de suprema hipocresía incluye a nuestro país en una lista unilateral espuria de naciones que supuestamente no cooperan con los esfuerzos antiterroristas de los Estados Unidos. Cuánta manipulación y doble rasero!

No es la primera vez que la Embajada cubana en Washington, nuestra Misión en la sede de la ONU en Nueva York y funcionarios del servicio exterior cubano, son objeto de agresión en suelo estadounidense, un país donde hay tantas armas como habitantes.

Baste recordar al artefacto explosivo lanzado el 8 de mayo de 1979 por la organización terrorista Omega 7 contra el mismo edificio de nuestra Embajada en Washington, causando graves daños.

El 11 de septiembre de 1980, fue asesinado a balazos en Nueva York el diplomático cubano Félix García Rodríguez. Tres veces se ha intentado asesinar al Embajador de Cuba ante la ONU y 17 actos de agresión, incluyendo ataques directos con artefactos explosivos, se han ejecutado contra la Misión cubana ante las Naciones Unidas.

Están oficialmente registradas 83 agresiones contra embajadas cubanas en el mundo y 29 agresiones contra funcionarios diplomáticos de nuestro país (8 de ellos muertos), como resultado del terrorismo alentado, financiado o tolerado por Washington. Los actos terroristas contra Cuba han costado la vida a 3 478 personas y causado discapacidades a otras 2 099.

Los grupos e individuos que han cometido en el pasado actos terroristas contra nuestro país, han operado por años y continúan operando con impunidad en territorio estadounidense.

Cuba, como lo ha hecho siempre, mantendrá su posición de inequívoca condena a todos los actos terroristas en todas sus formas y manifestaciones, sean cuales fueren sus motivaciones. Exigimos al gobierno de los Estados Unidos que actúe de igual manera y cumpla con sus obligaciones internacionales en el enfrentamiento al terrorismo.

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