Hermanos en el Himalaya: la huella de la brigada médica cubana en Nepal, 2015.

Queridos amigos,

En mayo del 2015 arribó a Nepal una brigada médica cubana para asistir a las víctimas del intenso terremoto que un mes antes azotara la geografía de ese hermano país. Mas de 90 días permanecieron en esas tierras lejanas nuestros especialistas brindando atención médica a miles de pacientes en distritos afectados de la capital Kathmandu, Lalitpur y Bhaktapur.

Ese hermoso gesto solidario contribuyó a sembrar un cariño y una amistad que perdura en el tiempo. Constituye un ejemplo de los valores que impulsan hoy a miles de profesionales de la salud de nuestra pequeña isla del Caribe a prestar sus servicios en mas de 50 países del mundo.

Lea adjunto un artículo escrito para la ocasión, por el embajador Zéner Javier Caro González, entonces designado enviado especial del Ministerio de Relaciones Exteriores de la República de Cuba para acompañar a la brigada médica a Nepal.

Saludos fraternales,

Juan Carlos Marsan

Embajador de Cuba en India, concurrente en Nepal, Bután y Bangladesh

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Hermanos en el  Himalaya: la huella de la brigada médica cubana en Nepal, 2015

En mayo de 2015, mientras el mundo miraba hacia otras tragedias o celebraba otros triunfos, un grupo de médicos cruzaba medio planeta desde el Caribe hasta los valles del Himalaya. Su destino era Nepal, un país sacudido por un devastador terremoto, que afectó sus mayores ciudades y a numerosas comunidades aisladas que esperaban con esperanza el milagro de la atención médica. Llegaron sin armas, pero con batas blancas, mochilas llenas de medicamentos y una profunda vocación.

Eran los 38 integrantes de la brigada médica cubana, un contingente de hombres y mujeres formados en la solidaridad internacionalista que caracteriza al sistema de salud de la isla caribeña. En medio de las ruinas de Baktapur, en los caminos polvorientos de Katmandú,  estos médicos se convirtieron en algo más que doctores: fueron sanadores, amigos, y en no pocos casos, los primeros en mirar con compasión profesional los rostros marcados por el desastre.

Durante tres meses, atendieron a miles de nepalíes. Realizaron consultas bajo lonas improvisadas, en escuelas semidestruidas, en hospitales con muy pocos recursos. Allí estuvieron ellos, suturando heridas, tratando fracturas complejas, realizando operaciones de emergencia, previniendo posibles brotes epidémicos, siempre con un conocimiento médico impecable y una entrega total.

La gratitud del pueblo nepalí se tradujo no solo en palabras, sino también en miradas y gestos. En las madres que trajeron flores a los salvadores de sus hijos. En los niños que aprendieron es escribir decir “gracias” en español. En los ancianos que tocaban el corazón con la mano en señal de respeto. Algunos pobladores llamaban a los cubanos “doktor dai” —hermanos doctores—, y no era solo una forma de cariño, sino una consagración afectiva.

En apenas un trimestre se realizaron más de cinco mil consultas y  centenares de cirugías menores y mayores. Pero más allá de las cifras, lo que quedó fue una huella humana imborrable.

Hoy, diez años después, todavía hay nepalíes que recuerdan aquella brigada como si hablara de un sueño. Y en Cuba, aquellos médicos que vivieron en los valles del Himalaya llevan en sus memorias el eco de los agradecimientos, los ojos de los niños curados, los amaneceres llenos de nubes  y la certeza de haber hecho lo que debía hacerse.

Porque cuando el dolor no entiende de fronteras, la solidaridad tampoco debería entender de distancias. Y en 2015, Cuba y Nepal se dieron la mano, no con tratados ni discursos, sino con la solidaridad más pura, la que salva vida y hermana a pueblos.

Zéner Javier Caro González

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