Intervención del Primer Vicepresidente del Consejo de Estado y de Ministros, Salvador Valdés Mesa, en 108 Conferencia Internacional del Trabajo- Conferencia del Centenario.

Intervención del Primer Vicepresidente del Consejo de Estado y de Ministros, Salvador Valdés Mesa, en 108 Conferencia Internacional del Trabajo- Conferencia del Centenario.

Señor Presidente:

La Organización Internacional del Trabajo arriba a su centenario con una gran obra a favor de la justicia social, la promoción del empleo digno y la protección de los derechos de los trabajadores.

Mucho hemos avanzado desde que se fundara la OIT en 1919, luego de la Primera Guerra Mundial. Los avances alcanzados por la comunidad internacional en materia de reconocimiento y protección de las libertades sindicales; empleo digno; descanso remunerado; seguridad y salud en el trabajo; e igualdad y no discriminación en el empleo, por solo citar algunos ejemplos, tienen impresa la huella de la OIT.

No obstante, mucho le queda aún por hacer a esta Organización, que debe continuar trabajando por resolver problemas de larga data en el ámbito del empleo y enfrentar también nuevos retos como consecuencia del desarrollo tecnológico, cuyo ritmo vertiginoso impone no pocos desafíos, como acertadamente apunta el Informe de la Comisión Mundial sobre el Futuro del Trabajo.

Ante la tarea inconclusa y las nuevas metas para lograr un mundo del trabajo cada vez más digno y sostenible, se impone reforzar el compromiso de todos con la OIT y su mandato. Cuba siente legítimo orgullo y satisfacción de ser país fundador de esta Organización y asumirá el segundo siglo de su existencia con la voluntad de continuar fortaleciendo los vínculos de cooperación con la misma y con el compromiso que ha mostrado siempre mi país con la protección de los derechos de los trabajadores y la construcción de un mundo más justo.

Señor Presidente:

El contexto en el que la OIT llega a su centenario es complejo. Con mucha preocupación observamos cómo avanzan ideas y prácticas que desechan el multilateralismo como vía para la solución de los problemas globales y fomentan peligrosamente la confrontación, la retórica agresiva y la imposición. Avanzan el irrespeto al Derecho Internacional, la violación de la Carta de las Naciones Unidas, el intervencionismo y la injerencia en los asuntos internos de los Estados.

Crecen la desigualdad y la pobreza, debido a un orden internacional injusto, con irresponsables e insostenibles patrones de producción y consumo, e instituciones financieras poco transparentes y nada democráticas.

En el 2018, 26 multimillonarios concentraron más dinero que los 3 mil 800 millones de personas más pobres del planeta[1]. El actual orden internacional hace de la justicia social, el empleo digno y los derechos del trabajo, una quimera para millones de seres humanos en el mundo, incluidos los sectores más humildes de los países desarrollados.

Se acrecientan los efectos del cambio climático, algunos ya irreparables, que ponen en riesgo la supervivencia del planeta, la salud y la calidad de vida de las generaciones presentes y futuras. En el mundo del empleo, el cambio climático provocará la pérdida de millones de puestos de trabajo. Sin embargo, la principal potencia, Estados Unidos, elude sus responsabilidades históricas al retirarse del Acuerdo de París.

Proliferan, sobre todo en las sociedades más ricas, las ideas supremacistas, el discurso del odio, la xenofobia, la discriminación y la intolerancia, en particular contra las minorías y los migrantes, lo que tiene particular incidencia en materia de empleo. Las minorías y los migrantes enfrentan casi siempre peores condiciones de trabajo, pocas o nulas garantías, bajísimos salarios y elevados niveles de explotación.

Aumentan la politización, la selectividad y los dobles raseros contra países en desarrollo. Naciones industrializadas, que a pesar de su inmensa riqueza tienen grandes retos en sus propios territorios en materia de protección de los derechos de los trabajadores y las libertades sindicales, pretenden erigirse en paradigmas mundiales y manipulan los nobles objetivos de esta Organización para condenar a países del Sur que no se pliegan a sus intereses.

Desafortunadamente, la OIT no ha estado exenta de estos enfoques punitivos y prácticas selectivas contra países en desarrollo. Se impone continuar trabajando en el perfeccionamiento y transparencia de los órganos de control y los métodos de trabajo de la Organización, con el objetivo de que pueda cumplir mejor su mandato y no haya espacio para su manipulación con fines políticos.

Señor Presidente:

La imposición de medidas coercitivas unilaterales, contrarias al Derecho Internacional y la Carta de las Naciones Unidas, es un mecanismo al que algunos Estados recurren cada vez con mayor frecuencia. Estas medidas tienen un efecto muy negativo en la vida de las poblaciones sobre las que se imponen.

El pueblo cubano ha tenido que resistir por casi 60 años el criminal bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por el gobierno de los Estados Unidos contra nuestro país. El bloqueo constituye el principal obstáculo al desarrollo y una violación masiva, flagrante y sistemática de los derechos humanos de todo un pueblo. Obstaculiza mejores condiciones de empleo para los trabajadores, sobre todo en materia de remuneración, y obliga al Estado y gobierno cubanos a realizar ingentes esfuerzos, en difíciles condiciones, para garantizar la seguridad y salud en el trabajo; así como ofrecer a toda la sociedad una mayor y mejor asistencia y seguridad social.

Esta realidad, lejos de solucionarse, se agrava para Cuba, debido a la reciente decisión del gobierno de Estados Unidos de recrudecer el bloqueo, con la aplicación íntegra de la Ley Helms-Burton, que constituye una aberración jurídica y carece de toda validez; así como el anuncio de otras medidas de presión y hostigamiento económico, que también atentan contra el Derecho Internacional y la libertad de comercio. Con ello, se busca internacionalizar el bloqueo contra Cuba, asfixiar nuestra economía y ahuyentar al empresariado extranjero para que no invierta en el país, lo que tiene un impacto muy negativo sobre la economía cubana, afectando seriamente el comercio y la inversión extranjera.

Esta ley neocolonial pretende despojar al pueblo cubano de sus recursos, de sus propiedades y de cientos de miles de puestos de trabajo, con el empeño de arrancar concesiones políticas a la nación cubana. Sin embargo, no logrará el propósito de rendir a nuestro pueblo ni doblegar su voluntad de construir su propio futuro. Esta política de franca hostilidad es rechazada por la comunidad internacional, que cada año en la Asamblea General de las Naciones Unidas ha reclamado de manera inequívoca el cese del bloqueo económico, comercial y financiero de Estados Unidos contra Cuba.

Señor Presidente: 

El compromiso de Cuba con la OIT y los derechos de los trabajadores se ha mantenido invariable. Como muestra de ello, nuestro país es Estado parte en los 8 Convenios Fundamentales de la Organización.

El objetivo de construir una nación cada vez más soberana, independiente, socialista, democrática, próspera y sostenible, sobre la base del cual hemos continuado perfeccionando el modelo cubano de desarrollo económico y social, incluye el fortalecimiento de la promoción y protección de los derechos de los trabajadores y las libertades sindicales.

Un ejemplo de ello es la nueva Constitución de la República, ratificada en referéndum popular el pasado 24 de febrero mediante el voto favorable del 86,85% de los votantes, luego de un amplio, participativo y democrático proceso de consulta popular para el debate del proyecto de Constitución en centros de trabajo, de estudio y en las comunidades.

La nueva Carta Magna de la República, entre otros avances en el ámbito económico y social, fortaleció aún más el reconocimiento y la protección jurídica de los derechos de todos los trabajadores, incluyendo los del sector no estatal de la economía.

Reconoce el derecho al trabajo y a obtener un empleo digno; consagra que todas las personas, sin discriminación alguna, reciben igual salario por igual trabajo; y prohíbe el trabajo de las niñas, los niños y los adolescentes.

Igualmente, reconoce y protege el derecho de los trabajadores al descanso, la jornada laboral de 8 horas, el descanso semanal y las vacaciones anuales pagadas; así como a la seguridad social cuando la persona se encuentre impedida de trabajar por edad, maternidad, paternidad, invalidez o enfermedad.

Al mismo tiempo, consagra la responsabilidad del Estado de garantizar el derecho a la seguridad y salud en el trabajo; y de organizar instituciones y servicios que apoyen a las familias trabajadoras.

A su vez, el Código de Trabajo, adoptado en 2013, ratificó la protección de las libertades sindicales, entre ellas la libertad de asociarse voluntariamente y constituir organizaciones sindicales.

En Cuba la labor sindical es imprescindible para la realización de los derechos de los trabajadores, y para el logro de los objetivos económicos y sociales que como nación nos hemos propuesto.

Las organizaciones sindicales que reúne la Central de Trabajadores de Cuba tienen carácter autónomo. Sus miembros aprueban sus propios estatutos y reglamentos, discuten y toman acuerdos democráticamente, y eligen o revocan a sus directivos.

Ellos realizan sus labores sin interferencias de las autoridades y sus líderes tienen las garantías necesarias para el ejercicio de su gestión. Más del 90% de los trabajadores cubanos están sindicalizados. Son beneficiarios del diálogo social, participativo y democrático. La negociación colectiva es una realidad en Cuba.

Señor Presidente:

En nuestro país se ha continuado implementando políticas que favorecen el pleno empleo, estimulan la incorporación de los jóvenes al trabajo, protegen a la mujer y la familia trabajadora, y fortalecen la seguridad y asistencia social.

Hemos seguido promoviendo el acceso sin exclusión ni discriminación de las personas con discapacidad al trabajo, atendiendo a su elección, su nivel de capacitación y las exigencias de la economía.

Mostramos resultados relevantes en cuanto al acceso de la mujer al empleo. Las mujeres, que constituyen la mayoría de la fuerza de trabajo en varios sectores, gozan de iguales derechos que los hombres, incluido en el ámbito del trabajo. Perciben salario igual por trabajo de igual valor; y se protege la maternidad de la mujer trabajadora, con normas y políticas específicas.

Hemos continuado avanzando en materia del derecho a la igualdad, lo cual en el ámbito laboral se ha expresado en mayores garantías para la no discriminación por motivos lesivos a la dignidad humana.

Todos estos son objetivos permanentes, en los que seguiremos avanzando, sin descanso ni retrocesos. Nuestro pueblo, que ha realizado los mayores sacrificios y enfrentado los mayores peligros para preservar su soberanía, merece que sus instituciones continúen trabajando para seguir elevando el bienestar y la justicia social.

En el Centenario de la OIT, reafirmamos la vigencia y relevancia de su mandato. Somos conscientes de que, como expresó el líder histórico de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz, y cito: “…El trabajo creador, el trabajo que no es producto de la explotación, el trabajo en beneficio del trabajador y para beneficio del pueblo, es la función más honrosa que pueda tener el hombre”.[2]

Muchas gracias.

[1]Informe de Oxfam International, dado a conocer el 4 de febrero de 2019 en el Foro de Davos.

[2]Discurso pronunciado en la clausura del acto central por el IX aniversario del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, el 26 de julio de 1962.

(Cubaminrex- Misión Permanente de Cuba en Ginebra)

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