La inextinguible llama del 24 de febrero

Para inicios de 1895,el espionaje español frustró la expedición independentista que partiría desde el puerto de La Fernandina, en la Florida. En Cuba y en otros países, los agentes penetraban parte de los planes de los cubanos, por lo cual parecía que solo un milagro haría posible el inicio de una nueva guerra de independencia y eso fue lo que precisamente ocurrió ese año, pero consumado no por voluntad divina y sí por el genio de José Martí.

Martí en su largo y paciente trabajo conspirativo en la emigración en EE.UU y otras naciones, fundó el Partido Revolucionario Cubano y en 1895 tuvo lista una verdadera invasión de más de 400 hombres bien armados que partirían del mencionado puerto en tres grandes expediciones dirigidas por Máximo Gómez, Antonio Maceo y él, quienes tenían planeado desembarcar en la zona oriental, Camagüey y Las Villas, pero la delación de un traidor acabó con el plan y las autoridades estadounidenses alertadas por los españoles, ocuparon todos los recursos.

Un golpe de ese tipo hubiera sido concluyente para alguien sin las excepcionales cualidades e integridad del Maestro, quien en poco tiempo se recuperó de la frustración, acompañado por la ola de admiración y entusiasmo que paradójicamente produjo en los patriotas cuando conocieron la magnitud de lo que en silencio había logrado emprender.

El 29 de enero firmó la orden de alzamiento y fue enviada a Juan Gualberto Gómez, en La Habana, uno de los principales líderes de la insurrección en la Isla, en la que se “[…] autoriza el alzamiento simultáneo […] de las regiones comprometidas […] durante la segunda quincena —y no antes— del mes de febrero”. […]” y se reafirma la voluntad de la emigración de aportar “[…] los valiosos recursos ya adquiridos y la ayuda continua, incansable del exterior […] ”.

Según varias fuentes, unas 35 localidades en distintas partes del país se levantaron en armas contra el colonialismo español en la fecha acordada el 24 de febrero, pero principalmente en la región oriental pudieron consolidarse los focos insurgentes encabezados por los veteranos combatientes Bartolomé Masó, Quintín Banderas y Guillermón Moncada, entre otros.

La infiltración del espionaje hispano entre los complotados en el occidente, quienes debían alzarse en el poblado de Ibarra, en Matanzas, hizo fracasar tal acción que debía secundar el general Julio Sanguily, el cual se dejó detener inexplicablemente al incumplir la orden de no permanecer en su domicilio o lugar donde podía ser apresado.

También detuvieron al grupo de los complotados en Ibarra, entre ellos a Juan Gualberto Gómez, el cual iba a encabezar ese alzamiento, mientras Manuel García, el famoso prófugo de la justicia ibérica con experiencia militar, conocido como el Robin Hood cubano, resultó misteriosamente asesinado ese día por la espalda.

Esas difíciles circunstancias se relacionan con la historia de amor y patriotismo del joven Antonio López Coloma y su novia Amparo Orbe quienes juntos fueron a la cita con la Patria y resultaron detenidos, sin que claudicaran de sus ideales.

La cárcel no logró disminuir los sentimientos de la pareja que tuvo su último encuentro en noviembre de 1896, al ser informado López Coloma que sería fusilado, ante lo cual decidieron contraer matrimonio, y horas después él enfrentó el pelotón de fusilamiento con el grito de ¡Viva Cuba Libre! en la Fortaleza San Carlos de la Cabaña.

En esas embarazosas condiciones se inició la Guerra Necesaria. Martí se consagró a hacer posible que Maceo, Gómez y otros líderes, incluyéndose él, llegaran a Cuba a como diera lugar, sin esperar por grandes expediciones y así lo hicieron.

Antonio Maceo, junto a su hermano José, Flor Crombet y otros patriotas desembarcaron en la Isla el primero de abril de 1895 en la Goleta Honor, que se destruyó en el desembarco por las costas de Duaba, en la costa de Baracoa, y el grupo casi resultó liquidado por las tropas españolas que dieron muerte a Flor Crombet.

Martí, Gómez y otros cuatro expedicionarios que vinieron en un barco de travesía hasta cerca de las costas cubanas, tocaron tierra en un bote sobrecargado y a punto de hundirse en Playitas de Cajobabo el 11 de abril.

Ambas expediciones casi terminan en tragedia, pero llegaron a tiempo para consolidar la insurrección y evitar que el colonialismo español se beneficiara con la ausencia de los máximos líderes de la Revolución en el campo de batalla. Aunque el Apóstol de la independencia cayó semanas después en combate el 19 de mayo de 1895, en Dos Ríos, la llama del 24 de febrero de 1895 era ya inextinguible. (Por Jorge Wejebe Cobo, Servicio Especial de la ACN)

 

Revista Bohemia/Embacuba Bélgica

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