Omara es símbolo de nuestra nación cubana

PALABRAS DEL EMBAJADOR CARLOS MIGUEL PEREIRA HERNÁNDEZ EN LA ACTIVIDAD HOMENAJE A OMARA PORTUONDO.

Tokio, 22 de marzo del 2018

 

Estimadas autoridades, colegas Embajadores, representantes diplomáticos, amigos japoneses de los más diversos sectores que nos honran hoy con su presencia en la casa de Cuba en Japón:

Estimados compatriotas, artistas, deportistas y cubanos todos que sentimos a la patria como nuestra:

Invitados todos:

Diría un amigo al que respeto mucho que todos los astros se han alineado para hacer realidad una velada como ésta, en la que estaremos honrando a una persona muy querida por todos los cubanos y por qué no decirlo, a la diva de Cuba y del mundo, a nuestra entrañable Omara Portuondo. 

El colectivo de nuestra Embajada y de la Asociación de Cubanos Residentes en Japón, agradecemos profundamente vuestra presencia. Nuestro agradecimiento también, por supuesto, para el Blue Note de Tokio y el EX Theather de Roppongi, sin cuyo apoyo y esfuerzo no hubiésemos podido materializar este sueño, en el contexto además del 120 aniversario de la presencia japonesa en nuestro país.

Fue en 1969 cuando por primera vez la tierra del sol naciente acogió a nuestra queridísima Omara, acompañada por los legendarios Papines en una gira que incluyó 43 conciertos en diferentes ciudades. Desde entonces, a lo largo de 49 años, Japón ha sido testigo de sus reencuentros con su público en 17 ocasiones, con decenas de exitosos y antológicos conciertos en numerosas ciudades, en ocasiones de la mano del mítico Buena Vista Social Club, del maestro Chucho Valdés y de Irakere, y también de excelentes músicos y artistas japoneses como Yoshiro Hiroshi y los Tokyo Cuban Boys.

Su arte ha contribuido a tender puentes entre Cuba y Japón, y a borrar con la cultura la distancia geográfica que nos separa. Omara es una de las figuras más representativas de la cancionística popular cubana, no solo por cultivar el feeling, ese género que hizo suyo y le convirtiera en su “novia” más privilegiada, sino por imprimir su sello excepcional en disímiles interpretaciones y escenarios de gran prestigio dentro y fuera de nuestra Isla.

La versatilidad de Omara le ha permitido transitar por prácticamente todos los géneros musicales cubanos y por agrupaciones de diverso formato. Cómo no recordarla en las Mulatas de Fuego del cabaret Tropicana, en la orquesta Anacaona, en el cuarteto Las D´Aida, y más recientemente en el afamado Buena Vista Social Club. Hay temas que Omara hizo eternos, y que ya le pertenecen, como La era está pariendo un corazón, de Silvio Rodríguez, o 20 años, de María Teresa Vera.

Omara es embrujo y alegría, es dulzura y cubanía. Siempre en el escenario, desde que empezara su carrera hasta hoy, se entrega con pasión y envuelve a todos con su sonrisa jovial, su sencillez y esa gracia picaresca tan típica de nuestra Isla y de Nuestra América toda.

Quienes pudieron presenciar sus actuaciones del 18 y 20 de marzo en el Blue Note y el Ex Theater de Roppongi respectivamente, constataron la hondura y melodía de su voz, envuelta en los sabrosos ritmos cubanos y que por momentos destella límpida a capella.

Su mensaje a las víctimas del Gran terremoto de marzo de 2011, lleno de afecto y tristeza a la vez por todo lo sucedido, en un país que siempre la recibió con los brazos abiertos, del que ha admirado siempre la fuerza y la energía que les caracteriza, fue una inyección de optimismo y de confianza en que el pueblo japonés sabría reponerse, a lo que contribuiría además a través de su música con sus conciertos algunas semanas después. 

Nada de lo que hagamos sería suficiente para honrar como se merece una gloria viva de nuestra cultura y una cubana sin par como Omara, pero no intentarlo hubiera sido sencillamente imperdonable. Este sencillo homenaje que le dedicamos hoy, en el que hacemos recuento de tantos años de vínculos y sentimientos compartidos con Japón, será protagonizado por una representación de la comunidad de artistas cubanos radicados en Japón, quienes desde la admiración y el cariño que le profesan, interpretarán algunas de las piezas antológicas del repertorio de Omara.

Quisiéramos aprovechar la ocasión para entregarle un reconocimiento, y a la vez un modesto recuerdo de este memorable viaje. Se trata de una obra del joven pintor cubano Alberto Barbusano, residente en Tokio, realizada especialmente para la ocasión.

Para Omara, por constituir un símbolo de la nación cubana, por encarnar en sí los valores de nuestra cultura, los rasgos de nuestra identidad y en especial, por ser parte inseparable de nuestro pueblo.

Muchas gracias y los invitamos a disfrutar en la casa de Cuba en Japón, de una muestra de lo más autóctono de nuestra historia musical.

 

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