Publican en prensa senegalesa un reportaje sobre el restablecimiento de las relaciones entre Cuba y los EE.UU.

El diario “Le Solei”, publicó un amplio reportaje, de una página y media en la sección internacional, titulado “Elección presidencial de los EEUU. La Habana y Washington: El restablecimiento histórico”.

 

El reportaje ofrece una amplia panorámica del proceso de restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Washington y La Habana, con el anuncio histórico del 17 de diciembre del 2014 y la apertura de embajadas en ambos países el 20 de mayo del 2015.

 

Reseña que Washington ha utilizado todos los medios para derrocar al gobierno cubano: las sanciones económicas aún vigentes, invasión militar, amenaza de guerra nuclear, el terrorismo, la financiación de oposición interna y la guerra política, diplomática y mediática contra Cuba.

 

Se resumen las negociaciones entre los dos países y el interés de la Casa Blanca en restaurar las relaciones diplomáticas antes de la Cumbre de las Américas en Panamá, en abril de 2015, para lo cual tuvo que eliminar a Cuba de la lista de países que apoyan el terrorismo. Mientras que contradictoriamente, la isla fue la primera víctima del terrorismo orquestado por la CIA desde 1959 hasta 1997, con un saldo de 3.478 muertos y 2.099 mutilados.


También se destaca el reclamo de La Habana respecto al comportamiento de los diplomáticos estadounidenses y señala que de hecho, uno de los pilares de la política exterior de los Estados Unidos hacia Cuba era el apoyo material y financiero a la oposición cubana dentro de la isla, en violación flagrante de la ley cubana y la legalidad internacional.


El reportaje ofrece detalles sobre la exigencia cubana para que su representación diplomática en Washington tenga acceso a los servicios bancarios esenciales para su funcionamiento, los cuales se habían suspendido durante varios meses, hasta su restablecimiento en mayo de 2015.


Además, se refleja que en los Estados Unidos, la opinión pública y los sectores financieros han acogido positivamente la apertura hacia Cuba. También destaca que la comunidad internacional dio la bienvenida a la adopción de una política constructiva hacia Cuba después de más de medio siglo de hostilidad.

 

Concluye el reportaje señalando que para Barack Obama, quien dejará la Casa Blanca en un par de semanas, el objetivo es claro: hacer irreversible el deshielo con La Habana, cualquiera que sea el nombre de su sucesor en 2017, demócrata o republicano. En tal sentido, se destaca su visita a Cuba en marzo 2016.


No obstante, se reconoce que el proceso de normalización entre los Estados Unidos de América y la República de Cuba será largo y tortuoso, y muchas preguntas siguen sin respuesta, pues no podrán existir relaciones normales entre Cuba y los Estados Unidos, mientras que el bloqueo económico, comercial y financiero, que penaliza a Cuba y el pueblo cubano desde 1962, siga en vigor. Además, es evidente que se continuará exigiendo el retorno a Cuba del territorio ocupado por la Base Naval de Guantánamo y su famosa prisión para los terroristas, el cese de las transmisiones radiales y de televisión hacia Cuba, la eliminación de los programas de subversión y de desestabilización interna, y la compensación de pueblo cubano por el daño humano y económico causado por los Estados Unidos.  En resumen, la Habana exige a Washington el respeto a su independencia y soberanía, así como al derecho inalienable de todo Estado a elegir su sistema político, económico, social y cultural.


Finalmente se resalta que si el Congreso de Estados Unidos se opone el acercamiento entre los dos países y se opone al levantamiento del embargo, el presidente norteamericano tiene todos los poderes presidenciales necesarios para mostrar, a través de una acción enérgica, su voluntad para mejorar las relaciones con Cuba. Por tanto, la Casa Blanca puede también ampliar el número de categorías de ciudadanos de Estados Unidos que les autoriza viajar a Cuba, puede legalizar el comercio bilateral entre las empresas de ambos países, permitir a Cuba a adquirir en el mercado internacional de productos que contengan más de un 10% de componentes estadounidenses, autorizar la importación de productos fabricados en el mundo a partir de materias primas cubanas, el consentimiento a la venta a crédito de productos no alimenticios a Cuba, y aceptar que la isla caribeña utilice el dólar en sus transacciones comerciales y con el mundo financiero.


El presidente de EE.UU. no requiere la autorización del Congreso para esto.

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