
Raúl, el hijo de Carlos Coello, Tuma en la guerrilla, coloca una flor ante el nicho que guarda los restos de su padre. Foto: del autor
Villa clara.–Lo que nació hace unos años de manera espontánea en el Complejo Escultórico Comandante Ernesto Che Guevara de Santa Clara, ahora es una tradición en el Museo Memorial que guarda los restos del Guerrillero Heroico y los compañeros que lo acompañaron durante la gesta boliviana, más ahora, cuando se conmemoran los 50 años de la caída de esos valerosos luchadores, y los 20 de su regreso a la Patria.
Cada mañana, ante los 39 nichos, en 31 de los cuales descansan las osamentas de los guerrilleros encontrados, tiene lugar una solemne ceremonia donde se produce el cambio de flores, hecho protagonizado por algún colectivo destacado del territorio, otras provincias del país o visitantes extranjeros, aunque este año, por su connotación y significado, hasta allí han acudido en varias ocasiones familiares de los combatientes caídos, como ocurrió el pasado día 26 de junio cuando los hijos, nietos y esposa de Carlos Coello, Tuma en la guerrilla de Bolivia, acudieron al lugar.
Una vez realizado el pase de lista de los combatientes, ante cuya mención todos dicen presente, se procede a colocar una flor en cada nicho, la última de las cuales corresponde al jefe de la guerrilla, el Che; a lo que sigue un minuto de silencio en honor a los héroes y las palabras de compromiso y evocación de uno de los presentes, ceremonia que, en su conjunto, constituye un acto cargado de simbolismo y respeto, el que muchas veces concluye en medio de lágrimas de los asistentes.
En el sitio, construido en 1997 en ocasión del traslado de los restos del Che y varios de los guerrilleros caídos, descansan los restos de 13 cubanos, incluyendo a Hermes Peña, inmolado en la guerrilla de Salta, Argentina; tres peruanos y 13 bolivianos, además del Che, que era cubano argentino y Tamara Bunke Bider, argentina alemana, explicó Maira Romero Bermúdez, directora del Complejo, quien precisó que faltan por llegar los del cubano Jesús Suárez Gayol y cuatro combatientes de Bolivia que no han sido encontrados; los otros tres pertenecientes a Inti Peredo, Antonio Jímenez Tardío y David Adriazola sí aparecieron, pero por voluntad de sus familiares permanecen en el país andino.
Señaló además que, luego de aquel primer arribo de combatientes, que comandados por el Che llegó a Santa Clara en octubre de 1997, se produjeron otros cuatro; el 30 de diciembre de 1998, cuando llegaron Tania la Guerrillera y otros; el 8 de octubre de 1999 y del 2000, además del efectuado en el 2006, momento en que fue trasladada hasta ese lugar sagrado de la Patria la osamenta de Hermes Peña.
Dijo asimismo, que al sitio habían llegado hasta el mes de mayo un total de cuatro millones 694 003 visitantes, de los cuales dos millones 995 506 eran extranjeros, procedentes de Alemania, Francia, Argentina, Italia, Estados Unidos y otras naciones del planeta, quienes vienen allí atraídos por la inmensa figura del Che y sus compañeros del Destacamento de Refuerzo, como los llamó Fidel.
Explicó la directora que muchas de esas personas llevan objetos personales para entregarlos al Che, en símbolo de gratitud; en cambio otros piden quedar solos frente a su nicho para decirle unas palabras, realizar un compromiso, recitar una plegaria o desahogarse en llanto.
Es que el Che tiene la magia de estar en todas partes, dice Marta Ibeitty Arencibia, especialista del Complejo, quien por trabajar allí durante tantos años, ha tenido la dicha de verlo en la alegría de un niño que desea ser como él, incrustado en las franjas de una bandera, en el pecho de un joven o en la pareja que al casarse decide inmortalizar la unión junto al Guerrillero de América, entre otras manifestaciones de apego a su figura.
Cuenta Marta, que en estos 20 años suman cientos las personas que han donado objetos de particular valor sentimental al Museo Memorial consagrado en Santa Clara a perpetuar la presencia de Ernesto Guevara y sus seguidores, los cuales superan los 900 en la actualidad, entre los que destacan poemas, canciones, prendas personales, flores, banderas, condecoraciones, velas y dibujos.
Muchas de las donaciones resultan muy conmovedores, señala la especialista, quien menciona la entrega de la llave con que un patriota chileno logró evadirse de la prisión en los tiempos de la sangrienta dictadura de Pinochet, o una carta enviada por un niño argentino apodado Coni, quien le dice al Che que lo amaba profundamente, además de manifestarle el odio que sentía por sus asesinos, prometiéndole que vendría algún día hasta su morada eterna para rendirle tributo.
También en el libro de visitantes inaugurado el 17 de octubre de 1997, cuando llegaron los restos del Héroe de la Batalla de Santa Clara, se inscriben dos frases de mucho valor para el recinto, una escrita por Fidel donde señala: ¡Hasta la victoria siempre!; mientras Raúl le dedicó un ¡Hasta siempre Comandante!
El verdadero sentido de este sitio, quizá, haya sido expresado por Giustino Di Celmo, padre del joven Fabio Di Celmo, víctima de un atentado terrorista, quien escribió: «Nunca la historia se vuelve tan aplastante como al entrar a este lugar, porque aquí se sienten los gritos de combate, el galope de Rocinante o el tableteo de ametralladoras victoriosas».