Por Angel Guerra Cabrera
La gran capacidad de resistencia, la inteligencia estratégica y táctica del chavismo y de su liderazgo ya están haciendo historia. Despertará seguramente más admiración aun en los cuatro puntos cardinales cuando la verdadera historia de esta heroica puja del pueblo venezolano contra el imperio logre traspasar la cortina de basura de los pulpos mediáticos. ¿La prueba? A casi dos meses y medio de que Washington desencadenara la más brutal, ilegal e inmoral ofensiva para derrocarlo, el gobierno de Venezuela permanece firmemente en las manos del presidente Nicolás Maduro Moros.
Los cálculos del imperio han fallado de nuevo, como le ha ocurrido tantas veces desde que la potente unión cívico-militar derrotó en 48 horas el golpe de Estado del 11 de abril de 2002 contra el presidente Hugo Chávez. Fracasó la bárbara presión de la Casa Blanca a las fuerzas armadas para que derrocaran a su comandante en jefe y al orden constitucional. Nada ha podido doblar a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana. Ni una ley acordada por la Asamblea Nacional en desacato –cueva de achichincles del imperio– ofreciendo amnistía a los militares que se sumaran a la escalada golpista, ni decenas de tuits y declaraciones de los maleantes que manejan la política estadunidense hacia Venezuela. Unas veces amenazaban y otras prometían indulgencia a los jefes y oficiales de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), incluyendo su general en jefe y ministro de Defensa Vladimir Padrino.
Han invitado, o sonsacado a la FANB hacia el golpismo, el vicepresidente Mike Pence, el fanático asesor de seguridad nacional John Bolton, el corrupto senador Marco Rubio, encargado por Trump de deshacerse de Maduro; el criminal de guerra Elliot Abrams, enviado especial para Venezuela, y el inefable Mike Pompeo, secretario de Estado.
Pero a la fecha no han conseguido un jefe desertor ni nada parecido a una quiebra entre los militares, no obstante que Washington así lo esperaba tan pronto nombraron Trump y Pence al supertítere Guaidó como presidente encargado de Venezuela. Por trascendidos parece que el lacayo prometió ese desenlace a sus amos. Lo que no comprenden, ni podrán comprender nunca Trump ni el círculo de personas que lo rodea, es la alta motivación patriótica, antimperialista y revolucionaria que existe en los jefes, oficiales y tropa bolivarianos. Formados en el culto al dios dinero, el gozo de las comodidades de las élites y la subestimación de las luchas populares, es inconcebible para ellas esa resuelta y ejemplar actitud de los hombres y mujeres de la FANB.
Ni el fracasado paso de la ayuda humanitaria el pasado 23 de febrero, ni el sabotaje terrorista multiforme contra los sistemas eléctrico y de aguas venezolanos, ni la feroz campaña mediática de años contra Maduro, ni el reconocimiento de gobiernos lacayos a la presidencia del supertítere han logrado desencadenar el caos, la anarquía, la desesperación y el alzamiento popular contra el gobierno. Es conmovedor, y a veces hasta divertido, leer los relatos familiares y vecinales sobre las noches de apagón y los días sin agua que han circulado en las redes digitales. Es admirable la conciencia política del pueblo venezolano, que bien sabe que es el gobierno estadunidense quien concibe, dirige e incluso instrumenta la parte más sofisticada de la ola terrorista, como son los ciberataques contra el cerebro de la hidroeléctrica Simón Bolívar, en el Guri, y los asaltos electromagnéticos contra líneas de alta tensión. Conjugados con quemas de bancos de transformadores, certeros disparos de francotiradores al centro crítico de la hidroeléctrica por guarimberos y mercenarios y mala operación de agentes infiltrados dentro de la estatal Corpoelec. Sin duda, Washington logró ocasionar muy importantes daños tanto a los sistemas eléctrico y de agua, que no pueden solucionarse sino en semanas.
Sin embargo, el pueblo organizado en las comunas, los Consejos Locales de Abastecimiento y Producción, los colectivos, las milicias bolivarianas, unido a las rápidas y decididas acciones del gobierno encabezadas por Maduro han logrado minimizar las afectaciones y programar la rehabilitación de las instalaciones dañadas. El jefe de Estado ha designado a la vicepresidenta Delcy Rodríguez para encabezar un grupo de trabajo, del que forma parte un equipo de notables científicos y técnicos de alto nivel, encargado de modernizar y restructurar el sistema eléctrico. Igualmente, ha nombrado a Igor Gavidia, ingeniero eléctrico con 25 años de experiencia, como nuevo ministro de Energía y presidente de Corpoelec.
En tanto, la Asamblea Nacional Constituyente autorizó la continuación del juicio contra el supertítere, lo que abriría la puerta para que responda por su traición a la patria y otros graves delitos. Ni él ni sus amos deponen el discurso de todas las opciones están sobre la mesa.
Tomado de La Jornada de México