Camilo renace en octubre y siempre, en la sonrisa de su pueblo
Ya llega el día en que las flores y la mar se juntan, y se habla y se dice lo que cada quien creó para hacer más profundo el homenaje. Entonces, todos quieren ver, ser cómplices de esa tradición arraigada en el recuerdo de una nación que ha imaginado, por mucho, que Camilo Cienfuegos se perdió en las aguas aunque, en realidad, renace en octubre y siempre en la sonrisa de su pueblo. «¿Voy bien, Camilo?» —preguntó Fidel en los primeros días del triunfo, extendido testimonio de confianza en un hombre que llevaba a cuestas consagración, prestigio, sabiduría... Un hombre que, ante multitudes, dejó claro cuándo habría que ponerse de rodillas alguna vez o inclinar la frente: solo al llegar a la tierra cubana que guarda a veinte mil compatriotas caídos, y para decirles: «Hermanos, la Revolución está hecha. Vuestra sangre no se derramó en vano».