Amanece temprano en La Demajagua. Casi cinco mil personas se han reunido desde la madrugada para rendir homenaje. En sillas simétricamente dispuestas niños, jóvenes y adultos observan frente a frente la rueda dentada encarcelada en el jagüey, la imponente campana, la tarja que marca el lugar exacto. Todo tan diferente y a la vez tan parecido a aquel otro 10 de Octubre, ciento cincuenta años antes, en el que Carlos Manuel de Céspedes, sin saberlo, diera inicio a una historia larga, rica y continua de luchas por la libertad.