Ni rosas ni sábanas blancas en venta.
A la rosa blanca de José Martí, la que ilumina los Versos sencillos, no hay quien pueda mancillarla. Es la flor del más universal de los cubanos, la que tantas veces se tiñó con la sangre de los buenos que levantaron la nación, la emanciparon y también de las 3 400 vidas segadas por actos terroristas en las últimas seis décadas, fraguados o alentados por los mismos que ahora intentan apropiarse de ese símbolo.