No merece llamarse cubano quien mancilla su más profunda raíz.
No merece llamarse cubano quien, habiendo nacido en esta tierra, mancilla su más profunda raíz. No merece llamarse cubano quien, por encima de cualquier ideología, denigra el vivo símbolo del pensamiento fundacional, hecho rosa blanca para el amigo sincero, para los pobres de la tierra.
La histeria sin fortuna se manifiesta y saca a la luz la peor versión de quienes, sin poder convencer, apelan a la bajeza cobarde.