Proeza de la Brigada Médica Cubana en Granada

Proeza de la Brigada Médica en Granada. Por Dr. Yoslandy Díaz Carmenate

El ameloblastoma es un tumor benigno que se desarrolla con mayor frecuencia en la mandíbula, cerca de los molares y comienza en las células que forman el revestimiento del esmalte protector de los dientes. El tipo más común es agresivo, ya que forma un gran tumor que crece dentro de la mandíbula y puede llegar a invadir los tejidos circundantes.

En el servicio de máxilo facial del Hospital General de Saint Georges se presenta un paciente de 32 años de edad con el diagnóstico de ameloblastoma de mandíbula tratado conservadoramente con anterioridad desde hace unos 14 años, en esta ocasión acude al centro médico por aumento de volumen en el lado izquierdo de la mandíbula. La Dra. Iliana Avalo Torres, especialista de Primer Grado en Cirugía Maxilofacial lo examina y se le realizan los estudios correspondientes, llegando a la decisión final de una conducta quirúrgica para la extracción total del tumor y reemplazar la parte extraída por tejido óseo de otra localización, pudiendo ser de cresta ilíaca, peroné, costilla etc. La Dra. Torres se encarga también de coordinar con las demás especialidades el manejo del caso, como Ortopedia, Otorrinolaringología y Anestesiología.

Llega el día esperado, el de la cirugía, pasadas las 9am y luego del papeleo, las preguntas del anestesiólogo y la a veces lenta preparación de todo el instrumental quirúrgico, logramos comenzar. La mesa quirúrgica casi se queda pequeña para el paciente de casi unos 2 metros de altura y más de 100Kg de peso, se observa tranquilo y relajado, ya con acceso venoso canalizado y con monitorización completa y bajo ese lindo sonido del Bip Bip comienza la Inducción anestésica, luego de lograr la profundidad requerida la Intubación fue vía nasal, para lograr un mejor campo quirúrgico dentro de la boca. A la máquina de anestesia se le oía el fuelle subir y bajar con potencia, quizás ya sabía cuánto tendría que trabajar con aquel corpulento paciente y por un tiempo prolongado.

Se da la luz verde y se comienza con la desinfección de toda el área a trabajar. La cirugía primero sería dentro de la cavidad oral, luego se iría por la región externa siguiendo la línea mandibular, el objetivo era delimitar toda el área de tejido tumoral y así ver cuán grande tendría que ser el hueso reemplazante, fueron varias manos. La Dra. Torres al mando, además los ORL que también trabajan en esta zona y un Ortopédico, que además de centrarse primero en buscar la mejor porción de hueso para el posterior injerto también colaboró en cuanto proceder se hacía en la región buco facial. Fue poco a poco el avance, hemostasia cuidadosa, disecación de tejidos y cuidados de estructuras nerviosas.

Mientras tanto fuera del círculo de cabezas rodeando la incisión estaba otro equipo, el que hizo dormir al paciente, ahora enfrascados en mantener las constantes vitales dentro de lo normal, que si hay que poner más líquidos con esta u otra solución, ¿por cuánto vamos en la aspiración?, ¿y la diuresis?, ¡Hay que potenciar la analgesia desde ahora que esto va a doler luego!, son algunas de las cuestiones que se oían a cada rato; también las enfermeras, aunque en ocasiones perezosas, quizás por el ajetreo de más de un quirófano abierto, como hormigas buscando y abriendo cuanto set se pedía y al tanto del conteo de todas las pinzas y compresas que se movían en aquel espacio.

Fue de cresta Iliaca la región que se decidió tomar la porción de reemplazo para el hueso que faltaría en la cara del paciente, no fue pequeño, sin embargo ya después de 3 horas de minuciosa cirugía, el tamaño a extirpar superaba el largo del injerto de cresta, ¡Plan B entonces! dicen Torres y el equipo, ¡Pues mini placa y tornillos!. Ya el quirófano se asemejaba más a un jueves o viernes donde el sonar de taladros, martillos y tornillos es lo más común por las cirugías de Ortopedia. Luego de buscar la lámina de distancia correcta, tornillos adecuados y echar a andar el taladro, quedaron fijados establemente los 2 extremos de mandíbula que unían al extraído antes.

En las afueras seguía el cuchicheo de los de Anestesia y calculadora en mano, ¡Esteroides, que esto va a inflamarse!, ¡Torres, las presiones están altas!. El campo quirúrgico estaba expuesto pero las conexiones de ventilación no se veían sin levantar las telas, ¡Se acoda el tubo Torres!, ¡Vamos a solucionarlo!, y luego de hacer adaptaciones inventivas y aprendidas ya el aire podía pasar sin obstáculos y se apagó el incómodo pitido de alarma de la máquina. ¡Vamos a cerrar!, lindas palabras de Torres, que luego de casi 6 horas de cálculos, recambios, análisis y prevención de sucesos posteriores, dieron alegría a todos.

Ya estando la house officer cerrando los tejidos de piel, con una precisión milimétrica y que estéticamente el paciente va a agradecer, pues comienza a ventilar espontáneamente, gracias al Sevoflurano no despierta ni se mueve aun, combinado también al efecto residual de todos los medicamentos usados antes. ¡Terminamos!, se oye alegremente a alguien decir, pero ahora a los que duermen les toca despertar, que no costó mucho trabajo, ya el tiempo justo de cierre de los gases, la aspiración de lo que se acumuló en la faringe, la retirada en tiempo del pequeño tubo naso traqueal y alguna que otra reversión medicamentosa lograron que en pocos minutos se viera a aquel moreno grande moverse, abrir los ojos y decir No!, a la pregunta de la enfermera de recuperación buscando dolor.

 

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