(Transcripción con apoyo de IA)
Compañero Roberto Morales, miembro del Buró Político y secretario de Organización,
Compañero Bruno Rodríguez, ministro de Relaciones Exteriores,
Compañero Ulises Guilarte de Nacimiento, secretario general de la Central de Trabajadores de Cuba,
Compañeras y compañeros que nos acompañan en la Presidencia,
Compañeras y compañeros todos,
Amigos y amigas,
El momento que vive Cuba hoy es claramente un momento de gran adversidad, en especial las condiciones económicas y materiales de nuestro pueblo. Lo experimenta, en primer lugar, el pueblo de Cuba, y lo detectan, lo observan, quienes nos visitan. Y no se trata de un escenario fortuito o un escenario fruto de la casualidad. Es un escenario concebido por diseño, es un escenario deliberado y no concebido recientemente; ha sido, a lo largo de la historia de la Revolución, el diseño del gobierno de los Estados Unidos, como se recoge, incluso, en documentación oficial de ese gobierno: tratar de hacerles la vida lo más difícil posible a los cubanos. Y sin lugar a dudas, tiene impacto sobre nuestra población.
Dentro de pocos días, el próximo 19 de mayo, cumpliría 100 años el líder político, estadounidense y afroamericano, Malcolm X. Sin lugar a dudas, un destacado luchador a favor de la justicia, a favor de la igualdad, en contra de la opresión, en contra de la explotación, en contra del abuso. Un revolucionario que respaldó plenamente la lucha anticolonial de África y, sin lugar a dudas, una de las figuras más destacadas de la historia contemporánea de los Estados Unidos. Malcolm dijo en una ocasión en uno de sus memorables discursos y cito: "Nada enseña más que la adversidad. Cada derrota, cada desilusión, cada pérdida, contiene su propia semilla, su propia lección sobre cómo mejorar tu desempeño la próxima vez". Como Malcolm, el pueblo de Cuba no se desanima en las actuales circunstancias y la demostración la dio el pueblo de Cuba el día de ayer, por si hubiera dudas. No somos un pueblo que asume la derrota. Asumimos los reveses y los desafíos como retos nuevos en nuestra larga lucha por la justicia. Cada obstáculo es una enseñanza, cada golpe es una enseñanza, cada agresión del imperialismo es una enseñanza. Y nuestro pueblo ha sabido no solo resistir, sino ha sabido desarrollar su propia creatividad, como fruto de las enseñanzas y de la obra de la Revolución cubana.
El desafío que enfrentamos hoy y la esencia de ese desafío es el empeño del gobierno de los Estados Unidos, el gobierno con el mayor dominio económico, militar, tecnológico y comunicacional del mundo, en negar el derecho de los cubanos a la plena soberanía y el derecho de los cubanos a la libre determinación. Esa es la esencia del conflicto de Cuba con los Estados Unidos y es la esencia de los problemas que hoy enfrenta nuestro país. Y es un empeño íntimamente asociado a un sentimiento que, a lo largo de la historia, de maneras distintas, ha acompañado a un segmento de la clase política, a un segmento de los gobernantes de ese país. Y es el sentimiento de que Cuba les pertenece. Y si no, por lo menos el sentimiento de que Estados Unidos tiene el derecho a dictar cuál es el destino de Cuba, cómo es que debe ser Cuba y cuál debe ser el rumbo de nuestro país. Y eso explica la incesante guerra de los últimos años contra nuestro país, en especial, desde enero de 1959, cuando Cuba alcanzó finalmente la verdadera independencia y cuando nuestro país comenzó a ejercer de verdad el derecho a la libre determinación. Y explica las duras condiciones que enfrenta hoy la economía cubana. Sin recuperar, sin estabilizar, sin impulsar y sin hacer crecer la economía de nuestro país, es muy difícil resolver muchos de los problemas sociales que se ven hoy en la vida cotidiana de los cubanos. Es muy difícil defender a plenitud las grandes conquistas, indiscutibles conquistas sociales y políticas de la Revolución cubana.
Paradójicamente y visto desde otra cara de la moneda, lo que ha logrado Cuba históricamente con la construcción, con el desarrollo de la Revolución, en términos de conquistas sociales, que están ahí; en términos de justicia social, que está ahí; son sueños para la mayoría de los pueblos del mundo, casi inigualables en determinado sentido; al punto que nos brindó la capacidad de llevar a cabo la solidaridad y el internacionalismo que Cuba ha practicado con muchos pueblos del mundo. Esa es una fortaleza.
De nosotros recuperar y tener la capacidad de enrumbar el crecimiento económico nuevamente, no resultará difícil a Cuba, como le podría resultar difícil a otros pueblos, alcanzar e impulsar nuevamente las grandes conquistas sociales con la cual se ha reconocido y que han identificado a Cuba a lo largo de la historia. Esa convicción la tiene la Revolución cubana y la tenemos los revolucionarios. Pero eso lo conoce también el imperialismo. Eso lo conocen bien nuestros adversarios, y en cierta medida, explica por qué el ensañamiento tan feroz contra nuestro país en estos momentos.
Ahora, ¿cómo se manifiesta hoy esa hostilidad?
En primer lugar, es un esfuerzo por hacer al bloqueo económico aún más hermético de lo que lo ha sido hasta ahora. O sea, como dicen ellos mismos, lograr el absoluto cerco de la economía cubana.
Como se sabe, el bloqueo ya prohíbe toda actividad comercial con los Estados Unidos, tanto de venta, de exportaciones, como importaciones, salvo determinadas excepciones muy restringidas y muy claramente diseñadas con fines políticos, no con fines humanitarios. Se prohíbe, incluso, la importación en Cuba de productos de tecnología procedentes de otros países si tienen un origen en los Estados Unidos. Se prohíbe el uso del dólar para cualquier transacción de Cuba con cualquier país del mundo. Pero, además, se le prohíbe a Cuba la utilización de los sistemas de pagos internacionales, puesto que la inmensa mayoría de ellos están anclados en el sistema financiero de los Estados Unidos. Se prohíbe a los estadounidenses viajar a Cuba, salvo excepciones. Muchos de los que están aquí lo conocen bien. Y se le prohíbe a cualquier persona que esté bajo la jurisdicción de los Estados Unidos viajar a Cuba, salvo excepciones. Y se amenaza con tomar acciones constantemente, una política intimidatoria con respaldo legal, contra los inversionistas y contra quien hace negocios con Cuba.
Esto que digo es, de manera extremadamente sintética, lo que ya se conoce que es el bloqueo. O sea, la política actual del gobierno de Estados Unidos se edifica sobre una guerra económica que dura décadas y que ha tenido y tiene un impacto sobre nuestra economía.
Ahora, hay un nuevo gobierno en los Estados Unidos, reconocido por su manifiesta arrogancia hegemonista; pero también reconocido por la alta influencia de sectores anticubanos en los Estados Unidos. Y cuando digo anticubanos no me refiero a personas necesariamente de origen cubano, aunque hay varios de esos. Dentro de Estados Unidos se puede identificar a muchos políticos con actitudes anticubanas que no tienen ningún parentesco ni ningún origen en nuestra tierra. Y en este momento se refuerza el cerco económico en dimensiones nunca vistas y a una escala totalmente diferente a cualquier momento anterior. Dicen ellos, lo han dicho públicamente, que actúan con una renovada creatividad para aplicar las medidas de coerción económica contra Cuba. En realidad, lo que están actuando es de manera solapada, sin grandes declaraciones, sin grandes anuncios de medidas, pero sí tomando pasos, adoptando pasos, adoptando medidas y ejecutando acciones que van teniendo un impacto en nuestra economía en estos primeros meses de gobierno; reitero, en adición al efecto ya demoledor del bloqueo económico. Y voy a hacer referencia a algunos ejemplos de estas acciones recientes.
En primer lugar, algo que ustedes deben haber oído hablar y seguramente continuarán oyendo hablar en nuestro país, es haber incluido a Cuba en la lista de Estados patrocinadores del terrorismo, el primer día en que tomó el poder el actual presidente. Es una lista que como se conoce es absolutamente arbitraria y no tiene respaldo de ninguna institución internacional; no tiene reconocimiento internacional y la selección de países que están en esa lista no descansa en ningún criterio objetivo, en ninguna evidencia de que se haya participado o se haya cometido terrorismo. Es un arma de coerción económica. Y luego, está el hecho de que la presencia de un país en esa lista, desata automáticamente un conjunto de acciones muy dañinas en términos económicos contra el país que se encuentra en la lista; que tiene impacto en las transacciones financieras, en el comercio, en el efecto intimidador contra cualquier empresario que tenga negocios con Cuba; y eso agrava aún más las inmensas limitaciones que ya tiene Cuba para conducir su comercio exterior, para realizar pagos, para recibir financiamiento, para relacionarse con la comunidad financiera y bancaria internacional. Y estamos hablando fuera del territorio de los Estados Unidos. Es una extensión extraterritorial de la hegemonía y de las competencias y las prerrogativas del gobierno de los Estados Unidos.
Uno de los efectos es privar de un privilegio que se llama ESTA, según el cual, los ciudadanos de más de 40 países no tienen que solicitar visa para viajar a Estados Unidos. Sucede que, si alguno de esos ciudadanos viaja a un país incluido en esa lista, en este caso Cuba, a esa persona se le exige tener que solicitar una visa con alta posibilidad que se le niegue, y hay manifestación, ejemplos, de que se han negado. Eso, naturalmente, plantea un golpe duro contra la industria turística cubana, que es una industria importante en nuestro país. De modo que se trata, sin lugar a dudas, de una medida de coerción económica concebida para causar daño. Y nuevamente se extiende el brazo extraterritorial de los Estados Unidos, puesto que es una acción intimidatoria y coercitiva contra el ciudadano de terceros países, pasando por encima de las prerrogativas soberanas del gobierno de ese ciudadano, que no le prohíbe viajar a Cuba, que no le impide, que no le molesta que el ciudadano viaje a Cuba. Pues el gobierno de Estados Unidos tiene la capacidad de ejercer coerción y ejercer intimidación contra el ciudadano de ese tercer país.
Otra acción es la suspensión de licencias a entidades que realizan las remesas hacia Cuba, y las amenazas a otras entidades que han estado haciendo operaciones de remesas hacia Cuba desde los Estados Unidos, lo cual ha implicado un corte casi absoluto de las remesas a nuestro país, con un daño para los individuos que son destinatarios de las remesas, para las familias, y, naturalmente, para la economía cubana. Se sabe que para casi prácticamente todas las economías de Latinoamérica y de muchos países en desarrollo, las remesas tienen un impacto importante, puesto que sus ciudadanos se han trasladado a otros países. Las naciones en desarrollo han perdido sus profesionales, sus técnicos, que viven en los países desarrollados, y su manera de contribuir con su país es con las remesas. Eso lo está privando el gobierno de Estados Unidos, a la familia, a la población cubana y a la economía de nuestro país.
Se han interrumpido, u obstaculizado severamente; en algunos casos, cortado, los intercambios no oficiales de instituciones estadounidenses, de organizaciones estadounidenses con Cuba. Me refiero a intercambios en la esfera de la salud, de la ciencia, del deporte, del arte, de la cultura, de la academia. Buscan cortar todo vínculo de los estadounidenses o de quienes vivan en Estados Unidos con Cuba. No es una medida directamente económica, pero sí es una medida que tiene un impacto en los vínculos de nuestro país con ese inmenso país que es los Estados Unidos.
Y han crecido las amenazas contra los ciudadanos de origen cubano que son residentes en los Estados Unidos, a los que, sin haber adoptado ninguna medida concreta, sin haberse materializado, se les amenaza con perder la residencia en ese país, con la posibilidad de volver a unirse con su familia en ese país, si viajan a Cuba. Y existe una especie de terror entre los ciudadanos de origen cubano, que durante años y durante buena parte de su vida que han vivido en Estados Unidos, se vinculan de manera natural con su país de origen y que hoy temen sufrir las represalias del gobierno de los Estados Unidos si visitan nuestro país.
Naturalmente, el gobierno de los Estados Unidos no se va a quedar ahí. Si no se han introducido más medidas, y aquí estoy poniendo solo ejemplos, es porque el cerco económico ya es tan absoluto que resulta difícil concebir acciones adicionales de represalia económica contra Cuba. No tenemos duda de que las habrá, en particular, porque conocemos que los políticos anticubanos, algunos de ellos lo manifiestan públicamente, están intentando presionar al Gobierno para que adopte medidas aún más punitivas contra nuestro país.
Este cerco económico y este reforzamiento extremo del bloqueo económico se acompaña de una feroz campaña mediática, que va dirigida, entre otras cosas, a tratar de culpar al Gobierno cubano por las deficiencias, por los problemas que tiene la economía de nuestro país; lo cual es un acto cínico y oportunista cuando uno observa que es la economía más poderosa del mundo tratando de rendir por hambre a toda una nación. La campaña busca desacreditar a la obra de justicia social de la Revolución cubana, reconocida en el mundo entero, muy difícil de ocultar; pero le dedican decenas de millones de dólares a tratar de desacreditarla. Intenta difamar de Cuba en todos los rincones del planeta, con pretextos sobre democracia, sobre supuesta preocupación por los derechos humanos, sobre problemas diversos en nuestro país con respecto a la justicia, y dedica un esfuerzo considerable a tratar de erosionar la dignidad de los cubanos, la confianza de los cubanos, el orgullo nacional. Hay una campaña feroz y cruel contra la población cubana, sobre todo, en momentos de grandes desafíos económicos para nuestro país.
Y esto se acompaña también con la oposición o el intento de oponerse y obstruir todo contacto de los ciudadanos estadounidenses o de las personas que allí viven, con Cuba. Le temen al contacto de los estadounidenses con Cuba. Le temen que descubran que la realidad que describen de nuestro país no es la que le informan. Le temen que se den cuenta de la inmensa injusticia de la política de agresión de Estados Unidos contra un país relativamente pequeño y pacífico. Y la acompañan también de una actividad provocadora e irrespetuosa de la Embajada de los Estados Unidos en La Habana, con una manifiesta intención de interferir en nuestros asuntos internos; activa, y tan activa como improductiva, porque está chocando con un país soberano, un país que aprendió hace mucho que no le debe nada a Estados Unidos y que no tiene por qué aceptar la conducta insolente de su Embajada en nuestro país.
Se repite mucho que el problema que tiene Cuba con los Estados Unidos son los cubanos que allí viven. No es verdad. Eso no describe la realidad. No quiere decir que no haya personas, que no haya cubanos o personas de origen cubano que asumen una actitud traidora y mercenaria contra su país; pero no es cierto decir que la conducta de los Estados Unidos se debe al sentimiento de los cubanos en su conjunto. Nos consta que así no es y nos consta que es un problema mucho más profundo, como dije al principio, que es la incapacidad de los políticos estadounidenses de aceptar la absoluta independencia de Cuba y la capacidad de manipular, incluso, a los ciudadanos de origen cubano que viven en ese país. Y parte del problema, tenemos que estar claro en eso, es el rechazo al socialismo del sistema político estadounidense y al temor de ver una experiencia socialista exitosa, una más, y que sea en nuestro hemisferio. (Aplausos) Y ese es parte del conflicto que define la actitud de Estados Unidos contra nuestro país.
A veces decimos que el bloqueo, que tiene un inmenso impacto sobre la población cubana, no beneficia a nadie. Es una visión equivocada, no es absolutamente cierto. El bloqueo beneficia a quienes han hecho carrera política de la defensa de esta política agresiva contra Cuba. Beneficia a quienes recaudan fondos, han hecho fortuna e incluso se benefician del presupuesto federal del gobierno de los Estados Unidos, para atacar a Cuba. Puede decirse, incluso, que beneficia a determinados sectores de la economía, no mucho, que no ven competitividad en los productos que Cuba podría exportar o con los que podría competir en Estados Unidos. Y, naturalmente, beneficia a los enemigos del socialismo, a los que quieren demostrar que el socialismo es un modo social y político fallido, a los que quieren demostrar que el socialismo no tiene perspectiva para el futuro en un mundo tan revuelto, tan injusto y tan insostenible.
El desafío que tenemos los cubanos por delante ante tanta agresividad es inmenso; y la respuesta, como dije antes, es nuestra creatividad, nuestro apego a principios y nuestro apego a las enseñanzas de los líderes históricos de la Revolución, en particular, del Comandante en Jefe Fidel Castro; y nuestro apego a los compromisos que hemos asumido con la comunidad internacional. Una revolución como la nuestra, cuyo protagonista es el pueblo, demostrado ayer, y como dijo Fidel en una ocasión, “del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”, sabe que no puede rendirse y no puede asumir la desidia como alternativa.
La nuestra es una obra de justicia y es un compromiso solidario con todo el que lucha por la justicia en cualquier rincón del mundo.
El intelectual, anticolonialista, marxista y revolucionario, Frantz Fanon, que también cumpliría 100 años en 2025, dijo y cito: "Una lucha que moviliza todas las capas del pueblo, que expresa las intenciones y las impaciencias del pueblo, que no teme apoyarse casi exclusivamente en ese pueblo, es necesariamente victoriosa". Eso dijo Frantz Fanon.
La posición del pueblo de Cuba es así, es la que se demostró ayer 1ro de mayo, de la que todos fuimos partícipes y testigos, y que descansa en la noción de que la disyuntiva para este país y para esta Revolución es de Patria o Muerte.
Muchas gracias.
(Cubaminrex)