A 49 años de la voladura en pleno vuelo de un avión civil cubano con 73 personas a bordo, el pueblo y el gobierno de Cuba recordaron este lunes aquel crimen como una prueba irrefutable de la complicidad del gobierno de Estados Unidos en actividades terroristas contra la isla caribeña.
El atentado, ejecutado sobre las costas de Barbados el 6 de octubre de 1976, acabó con la vida de 57 cubanos, 11 guyaneses y cinco ciudadanos norcoreanos.
Entre los fallecidos en el ataque se encontraban 24 integrantes del equipo juvenil cubano de esgrima, quienes retornaban a casa con la satisfacción de haber ganado todos los títulos en disputa en el Campeonato Centroamericano y del Caribe de la disciplina.
Cada año, esta fecha renueva la denuncia de Cuba por la impunidad que aún rodea al hecho, a pesar de la confesión de sus autores y la existencia de contundentes pruebas periciales que lo confirman.
De acuerdo con las investigaciones cubanas e internacionales, los terroristas de origen cubano Luis Posada Carriles (1928-2018) y Orlando Bosch Ávila (1926-2011) diseñaron el plan del magnicidio. En reiteradas ocasiones Cuba ha denunciado que los responsables de este hecho recibieron el favor de la justicia estadounidense y nunca cumplieron condenas por este delito.