Autor: Osvaldo Manuel Laseria Castillo, arquitecto cubano radicado en la República de Namibia
De niño muchas veces disfrutamos la historia de aquel viajero que un día llegó a Caracas y sin...
Una tarde de diciembre de 1994 llegué a mi casa de pase del servicio militar. Mi padre me dice que la noche anterior había escuchado un hombre que lo había impresionado, un líder al que debíamos seguir en el futuro, un soldado que desde la acrópolis de la Habana había dicho: ¨...algún día esperamos venir a Cuba en condiciones de extender los brazos, y en condiciones de mutuamente alimentarnos en un proyecto revolucionario latinoamericano, imbuidos como estamos desde siglos hace, en la idea de un continente hispanoamericano, latinoamericano y caribeño integrado como una sola nación que somos. En ese camino andamos...¨.
Solo apenas cuatro años después Hugo Rafael Chávez Frías ganaba en carrera meteórica las elecciones presidenciales de la entonces República de Venezuela. Nadie como él nos enseñó tanto de Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios, y aquella idea expresada en un momento de extrema lucidez: "Los Estados Unidos parecen estar destinados por la Providencia a plagar la América de miserias en nombre de la libertad".
Desgraciadamente, aquella profecía no ha hecho más que cumplirse. El Proyecto Bolivariano emprendido a finales del siglo pasado ha tenido que enfrentar la furia más cruda del Imperio norteamericano: Golpe de Estado, paro petrolero, desestabilización interna, guerra económica, sanciones, gobierno paralelo, robo de las riquezas y bienes del país, destrucción de la economía. Ya casi agotado todo su arsenal de maldad, al Emperador no le ha quedado otra opción ante la resistencia de un pueblo decidido a ser libre, que la aventura militar.
Me resisto a admitir que es solo el petróleo el motivo de la actual agresión del Gobierno de los Estados Unidos de América. Venezuela en el año 2024 igualó el producto interno bruto anual alcanzado en 2019, pese a toda la guerra económica. Se ha forjado un camino para aún en tan difíciles condiciones producir, autoabastecerse y emprender el camino al desarrollo. La crisis sufrida ha construido un modelo indetenible al que el imperio teme y se empeña en exterminar, sobre todo ante el declive inevitable de un sistema que un día gozó de hegemonía unipolar.
Páginas doradas escribe en estos días el pueblo de Bolívar y Chávez al no perder la alegría y al no extraviar su virtuoso camino, a pesar del asedio y acoso infinitos. Los que hemos sentido nostalgia de no haber vivido determinados momentos cruciales de la historia de la humanidad, hoy nos sentimos suficientemente orgullosos de ser testigos de la tremenda lección que están dando al mundo el pueblo de Venezuela y sus líderes.
En estas horas cruciales y luminosas, a las personas de bien no nos queda otra alternativa que echar nuestra suerte con la tierra de gracia llamada hoy República Bolivariana de Venezuela. Dudar, dar lugar a que triunfen viles egoísmos, increpar al que se defiende como David, con dignidad e inteligencia ante Goliat, sería traicionar nuestras humanas esencias.
Hoy, como aconteció en Cuba en 1962, en Venezuela se decide el destino de la humanidad. El mundo entero está expectante ante el desenlace de tan enconada conflagración. Allí también y nuevamente las grandes potencias se están jugando el todo por el todo. Nuestra alternativa no puede ser diferente: ¨Todos somos uno en esta hora de peligro, y de todos, de los revolucionarios, de los patriotas, será la misma suerte, y de todos, será la victoria¨.
¡Patria o Muerte, Venceremos!

