En tiempos de pandemia, los médicos cubanos son esperanza

Terremotos, deslaves, inundaciones, huracanes, el cólera y su impredecible saldo de muertes, el ébola y su espanto. Miles de médicos cubanos le han visto bien de cerca la cara a estos desastres, porque han estado allí, sembrando calma y alivio en medio del dolor.

No ha sido diferente ahora. Se saltan las alarmas sanitarias mundiales alertando de un peligro que acecha y que ya tenemos bien cerca: la COVID-19, enfermedad provocada por un nuevo tipo de coronavirus, el SARS–CoV–2, y que será el responsable de que veamos, en breve tiempo, el mundo de un modo diferente al que hasta ahora conocíamos.

Los galenos de esta isla se aprestan, saben que está en sus manos, en la de muchos médicos del mundo –y en las nuestras– la contención de una pandemia que ya acumula millares de fallecidos. Pero se preparan también, sin reticencias, para acudir a otros que han pedido ayuda.

La vida que se salva, en cualquier latitud, tiene el valor sagrado del regocijo de arrancarle la esperanza a la muerte.

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