El Héroe Nacional murió a orillas del río Contramaestre, entre el zumbido de los plomos del ejército español. «Los disparos dieron en el cuerpo del Maestro, la luz cenital lo bañó, soltó las bridas del corcel, y su cuerpo aflojado fue a yacer sobre la amada tierra cubana. De su revólver, atado al cuello por un cordón, no faltaba ni un cartucho», describió el profesor e historiador Rolando Rodríguez, sobre aquel 19 de mayo.
La descarga de fusiles enmudeció a la manigua. Hoy, la callada solemnidad de aquellos montes prevalece en su losa; pero en los pechos donde está Martí, renace siempre, con la fuerza vital de la palabra bella, que puso a los hombres de rodillas por su Patria, y la acción que, ante la muerte, les hizo inclinar la frente.
Tomado de Granma