Feb
12
2016
Señor Presidente:
Apoyamos decididamente los esfuerzos colectivos de las Naciones Unidas en su lucha contra el terrorismo. La Estrategia Global contra el Terrorismo de las Naciones Unidas constituye un hito en el enfrentamiento internacional de este flagelo y otorga a la Asamblea General el papel central en estos esfuerzos, como corresponde. Cualquier esfuerzo en esta materia debe estar amparado en los pilares de la Estrategia.
Tomamos nota de la iniciativa del Secretario General contenida en el documento A/70/674 y de su empeño en la elaboración del un Plan de Acción para Prevenir el Extremismo Violento.
Señor Presidente:
Cuba es uno de esos países que, por defender su independencia y dignidad, ha sufrido durante décadas las consecuencias de criminales actos terroristas, organizados, financiados y ejecutados desde el exterior de su territorio. El saldo de víctimas humanas como resultado de dichos actos es de 3 478 muertos y 2 099 discapacitados.
Reiteramos nuestra inquebrantable voluntad de lucha contra el terrorismo, así como el más profundo rechazo y condena a todos los actos, métodos y prácticas terroristas en todas sus formas y manifestaciones por quien quiera, contra quien quiera, y donde quiera que se cometan; sean cuales fueren sus motivaciones, incluidos aquellos en los que hay Estados directa o indirectamente involucrados.
La comunidad internacional no debe aceptar que, bajo la bandera de una supuesta lucha contra el terrorismo, determinados Estados cometan actos de agresión, interfieran en los asuntos internos de otros Estados o ejecuten o permitan violaciones flagrantes a los derechos humanos y el derecho internacional humanitario, como torturas, secuestros, detenciones ilegales, desapariciones o ejecuciones extrajudiciales. No son aceptables los dobles raseros y las actuaciones unilaterales, contrarias a la Carta de las Naciones Unidas y a los principios y normas del derecho internacional.
La transgresión de estos principios legales y éticos, fertiliza el terreno al terrorismo y atenta contra la legitimidad de nuestra lucha contra dicho fenómeno. El respeto al derecho internacional, a la libertad de las personas y a la libre determinación de los pueblos, la promoción de la justicia social, la equidad y la inclusión, así como la solidaridad entre las personas y a nivel internacional para la realización del derecho al desarrollo, son objetivos irrenunciables y valores de la cultura humanista que defendemos. La opulencia y el egoísmo, la injusticia y la intolerancia, la dominación y el unilateralismo, fomentan el terror y la violencia.
Señor Presidente,
La iniciativa del Secretario General sobre el Plan de Acción es coherente y encaja en el próximo proceso de revisión de la Estrategia Global de las Naciones Unidas contra el terrorismo. Resulta un aporte a dicho proceso, pero no debe sustituir la Estrategia. Está claro que cualquier decisión en una cuestión tan vital solo puede ser alcanzada mediante el consenso de los Estados Miembros de la Asamblea General.
El terrorismo es una afrenta a los propósitos y principios de las Naciones Unidas. Socava la paz y la seguridad internacional, los derechos humanos y el desarrollo sostenible, como bien se establece en la introducción del Plan de Acción. Ningún país ni región es inmune a sus efectos; tampoco debe ser asociado a ese fenómeno religión, raza o etnia alguna. Para eliminarlo, es preciso atender las causas y condiciones que lo generan La pobreza, la desigualdad, el subdesarrollo, la exclusión, la injusticia, las intervenciones militares, la ocupación e injerencia extranjera con pretensiones de dominación, la discriminación, entre otros, aparecen en la base de fermentación del extremismo violento. Los esfuerzos de la comunidad internacional deben incluir la superación de sus causas raigales.
Nuestro país ha trabajado de manera constante en la elaboración de políticas dirigidas a evitar que se generen condiciones para el surgimiento del terrorismo en cualquiera de sus formas y manifestaciones. Ejemplo de ello es el hecho de que en Cuba existe un respeto absoluto a todas las creencias religiosas y pueden practicarse sin impedimentos. Asimismo, existe una amplia protección social, elevados índices de educación, asistencia médica y seguridad social. Los jóvenes juegan un papel relevante en la sociedad, y se cuenta con una legislación fuerte y efectiva en la lucha contra el terrorismo.
Señor Presidente,
La comunidad internacional requiere más diálogo y entendimiento entre las culturas y civilizaciones. Debe brindarse respuesta al incremento de atentados, secuestros y al uso de las modernas tecnologías de la información y las comunicaciones en las actividades y el fomento del terrorismo.
Las TIC´s representan un desafío al ejercicio de la libre determinación de los pueblos, a partir de su manipulación como armas de las políticas de cambio de régimen, enmascaradas en proyectos intervencionistas que siguen libretos flexibles delineados en la estrategia del así conocido como “golpe suave”. En esos golpes suaves se preserva el recurso a acciones de terrorismo, si las mismas fueran imprescindibles para el éxito del objetivo del derrocamiento de las autoridades legítimas del país.
Cabe reiterar la denuncia y condena a las acciones de unos pocos Estados poderosos que diseñan, financian y ejecutan acciones contrarias a los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas y el derecho internacional a través de Internet y medios tradicionales de comunicación como la radio y la televisión. Estas acciones, que pueden incluso manifestarse como actos de ciberguerra, aparecen de modo más común en proyectos de subversión al orden constitucional de Estados soberanos y la difusión de mensajes de intolerancia, odio y mentiras contra otros pueblos, su cultura, sistema político o historia.
Señor Presidente,
La eliminación del terrorismo exige a todos los Estados, sin excepciones, el cumplimiento de sus obligaciones internacionales, entre ellas la de juzgar o extraditar a los comisores de tales delitos. Ningún Estado genuinamente comprometido en la lucha contra el terrorismo puede brindar refugio seguro a un terrorista. No existe argumento para legitimarlo.
Reiteramos nuestra invariable voluntad y compromiso en la lucha contra este flagelo en todas sus formas y manifestaciones, y la permanente disposición a cooperar con todos los Estados miembros guiados por el objetivo de lograr una respuesta concertada contra el terrorismo; y reafirmamos la función central de la Asamblea General en la aplicación plena y efectiva de la Estrategia Global contra el terrorismo de las Naciones Unidas.
Muchas gracias.
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