Señor Presidente:
A siete meses de que el Consejo de Seguridad adoptara la resolución 2532 (2020), la pandemia de la COVID-19 continúa siendo un desafío global que ha generado una crisis de múltiples y devastadores efectos, no solo para la salud, sino también para la economía, el comercio y nuestras sociedades en general.
La pandemia agravó un escenario internacional caracterizado por la fragilidad de los sistemas de salud y la concentración de los avances de la ciencia y la tecnología en el negocio farmacéutico y la comercialización de la medicina, en lugar de priorizar el bienestar y la vida del ser humano.
El actual orden internacional, donde persisten graves desequilibrios entre sociedades y naciones, reproduce los privilegios de los ricos, mientras condena a las mayorías a la pobreza, la inseguridad alimentaria, el subdesarrollo y la exclusión.
La COVID-19 ha provocado la pérdida de millones de empleos y la peor caída de la economía en nueve décadas. Aun así, las 500 personas más ricas del mundo experimentaron el mayor crecimiento de sus fortunas en ocho años. El neoliberalismo no ha podido responder a la pandemia ni a la desigualdad. Urge implementar políticas integrales en las que el ser humano sea prioridad, y no las ganancias económicas o las ventajas políticas.
Alarma que apenas 10 países han comprado el 95% de las vacunas producidas contra la COVID-19, según informó en enero la Organización Mundial de la Salud. Se impone una respuesta global y mancomunada para garantizar el acceso equitativo a la inmunización. La comunidad internacional debe trabajar unida, sobre la base de la cooperación y la solidaridad, para desarrollar vacunas eficaces y asequibles para todos. De lo contrario, corremos el riesgo de exacerbar las desigualdades, los conflictos y las tensiones políticas, en particular en los países en desarrollo.
Señor Presidente:
Por su severo y multidimensional impacto en nuestras sociedades, la pandemia representa una amenaza para el desarrollo sostenible de los pueblos y un desafío adicional para el cumplimiento de la Agenda 2030.
Se vislumbra una profunda recesión económica en la que los países del Sur seremos los más afectados. Todos sufrimos la contracción económica global, pero solo algunos cargamos con el peso adicional de criminales medidas coercitivas unilaterales, violatorias del Derecho Internacional y la Carta de las Naciones Unidas. El impacto de dichas medidas ha exacerbado las dificultades que enfrentan los países sujetos a las mismas en el combate a la pandemia y en el camino hacia la recuperación.
El gobierno de los Estados Unidos recrudeció el prolongado y genocida bloqueo económico, comercial y financiero contra Cuba con nuevas medidas que han impactado en el esfuerzo nacional de enfrentamiento a la pandemia. El énfasis en obstaculizar las principales fuentes de ingresos de nuestro país, paralizar los suministros de combustibles y entorpecer nuestras relaciones comerciales, alcanzó una dimensión notoria con la arbitraria e injustificada inclusión de Cuba en la espuria lista de Estados patrocinadores del terrorismo; que de manera unilateral y sin legitimidad alguna elabora el Departamento de Estado.
Nuestro país ha tenido positivos resultados en la prevención y enfrentamiento de la pandemia, basado en un sistema de salud universal, de calidad y gratuito; recursos humanos altamente especializados; un robusto sistema de ciencia e innovación tecnológica y una prestigiosa industria biotecnológica y farmacéutica. Cuba será uno de los primeros países en inmunizar a toda su población frente a la COVID-19, a partir de sus propias capacidades de producción y distribución de vacunas.
Al propio tiempo, hemos podido contribuir al enfrentamiento a la pandemia en todos los continentes. A la cooperación médica ya existente en 59 naciones, se ha sumado el envío de 56 brigadas del Contingente Internacional “Henry Reeve” a 40 países y territorios.
Ninguna acción con fines políticos y usando falaces pretextos contra la cooperación médica cubana, detendrá nuestra vocación humanista, altruista y solidaria.
Sr. Presidente:
Corresponde a la Asamblea General de las Naciones Unidas, como órgano más representativo y democrático de la Organización, asumir el papel central en la coordinación de los esfuerzos internacionales para enfrentar la pandemia y sus consecuencias. Debe cesar la injerencia del Consejo de Seguridad en asuntos fuera de su competencia, en particular en aquellos que conciernen al mandato de la Asamblea y otras agencias especializadas del sistema de la ONU, en este caso la Organización Mundial de la Salud.
La realidad que enfrentamos atañe a todos y requiere anteponer la voluntad de actuar y la solidaridad, a la inacción y al egoísmo. La humanidad demanda una solución efectiva.
Muchas gracias