Declaración de la Ministra de Justicia de Cuba, María Esther Reus González, en ante la Sesión Especial de la Asamblea General de Naciones Unidas sobre el problema mundial de las drogas.

Señor Presidente,
 
Excelencias, distinguidos delegados:
 
Todos hemos venido a esta Sesión Especial con altas expectativas y con el interés de fortalecer la cooperación internacional para poder enfrentar efectivamente el terrible Problema Mundial de las Drogas, que lejos de atenuarse se profundiza y recrudece. 
 
¿Cómo no preocuparse, cuando no se ha logrado reducir la demanda, producción y tráfico de drogas, como exigió la Declaración Política de 2009?  ¿Cómo no inquietarse, al saber que al menos 246 millones de personas consumen drogas ilícitas,  según estimados de la ONUDD?
 
El flagelo de las drogas se extiende a todas las regiones geográficas, y genera y reproduce ciclos de pobreza, violencia, diversas conductas criminales, exclusión social y delicadas situaciones sanitarias.  
 
Será muy difícil resolver los problemas de la producción y tráfico masivo de drogas desde el Sur sin eliminar la demanda mayoritaria en el Norte.  Hoy es más importante que nunca antes reconocer y aplicar el principio de responsabilidad común y compartida.
 
No se solucionará este flagelo, en todas sus facetas, si se sigue militarizando países, arrasando a campesinos, irrespetando las soberanías nacionales, u obviando las particularidades de cada región.
 
Tampoco se resolverá a través de la legalización, o asumiendo las drogas como sustancias inofensivas. Entender esto como una solución podría implicar aceptar que los Estados no pueden o no quieren cumplir con sus obligaciones de combatir el delito y proteger la salud de sus ciudadanos. 
 
Por eso, Cuba no favorece ese enfoque, que abre espacios de mayor peligro para la estabilidad de nuestras naciones y que puede incidir en otros crímenes trasnacionales igualmente complejos. 
 
Es injusto generalizar y afirmar que el enfrentamiento con rigor al problema de las drogas es responsable de la magnitud actual de este flagelo.  Se requiere de un análisis más profundo, incluido en relación con la manera en que las políticas antidrogas se han interpretado y aplicado en algunos países y regiones. 
 
Es necesario ir también a las causas raigales y no olvidar, en este contexto, la incidencia de un orden internacional injusto, egoísta e inequitativo, y de un modelo político, económico y social, impuesto universalmente, donde prevalece el poder corruptor de quienes buscan ganancias a toda costa. Estos factores constituyen un caldo de cultivo básico del problema de las drogas y otros flagelos conexos. 
 
Señor Presidente:
 
Existen experiencias que demuestran que sí es posible un enfrentamiento efectivo contra las drogas, cuando se desarrollan y aplican políticas integrales, preventivas, educativas, conducidas por el Estado. También cuando hay inclusión social, participación popular comunitaria, y tratamiento y rehabilitación de salud accesibles, universales, sin discriminación de ningún tipo, complementadas con un firme enfrentamiento al delito y una amplia cooperación internacional. 
 
Bajo estos preceptos y con mucho esfuerzo, nuestro país ha logrado que la producción, tráfico o consumo de sustancias ilícitas no sean un problema social significativo, y ha impedido que su territorio constituya plataforma de criminales para el tráfico de drogas y sus delitos conexos. 
 
La Revolución cubana, sin abundantes recursos y bajo un férreo bloqueo económico, comercial y financiero, ha tenido éxito en el enfrentamiento a las drogas por la firme voluntad política de su gobierno y el apoyo del pueblo. 
 
Sr. Presidente: 
 
Este es el momento para reafirmar el compromiso político de los Estados y otros actores con el Marco Jurídico Internacional para el control de las drogas, del cual las tres Convenciones de Naciones Unidas sobre drogas son la piedra angular.  Reiteramos nuestro apoyo al documento final, reflejo de un digno consenso global y ratificamos nuestro compromiso con las declaraciones en materia de drogas de los líderes de la CELAC.
 
Concluyo reiterando también el compromiso absoluto de Cuba con el logro de sociedades libres de drogas ilícitas, un elemento vital para alcanzar un desarrollo sostenible y el bienestar de nuestros pueblos.
 
Muchas gracias.