Señor Presidente, Señor Secretario General, Excelencias:
Nadie se hubiese imaginado 80 años atrás, cuando se firmó la Carta de las Naciones Unidas que, pasadas estas 8 décadas, el objetivo colectivo de salvar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra, sea aún un tema pendiente, una deuda con la Humanidad.
No podríamos proseguir esta intervención sin reiterar nuestra condena en los términos más enérgicos del genocidio israelí contra el pueblo palestino y los recientes e injustificados ataques contra la República Islámica de Irán por parte de Israel y Estados Unidos.
Ambos crímenes cuentan con el apoyo y la impunidad que garantiza el gobierno estadounidense.
Ambos constituyen una nueva y peligrosa escalada del conflicto en Oriente Medio y violan de manera flagrante la Carta de las Naciones Unidas y el Derecho Internacional.
Sr. Presidente:
Conmemoraremos el 80 aniversario de la Carta de las Naciones Unidas, en medio de un complejo escenario internacional caracterizado por conflictos crecientes que amenazan la paz y la seguridad internacionales, actos de agresión, guerras no convencionales, bloqueos, tentativas de cambios de régimen y frecuentes violaciones del Derecho Internacional y de los principios y valores sobre los que se funda esta Organización.
Se dilapidan cuantiosos recursos en la carrera armamentista, con un incremento alarmante, por décimo año consecutivo, del gasto militar mundial, que en 2024 alcanzó los 2 billones 718 mil millones de dólares[1], un 9,4% más que en 2023, alentado por el enfoque y la trayectoria belicistas de los Estados Unidos.
Mientras esto ocurre, no se ha reducido la pobreza mundial y han aumentado drásticamente los niveles de hambre en el planeta. Datos conservadores indican que, en 2024, 670 millones de personas vivían en condiciones de pobreza extrema; más de 295 millones de personas en 53 países y territorios sufrieron niveles agudos de hambre y el número de personas que padecían niveles catastróficos de hambre alcanzó el máximo histórico.
En un contexto en el que el cambio climático, las tensiones geopolíticas, las crisis económicas y la fragilidad son cada vez mayores, los avances hacia el cumplimiento de la Agenda 2030 dista mucho de alcanzar la magnitud o la velocidad necesarias. De acuerdo al Informe del Secretario General sobre los Progresos realizados para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible[2], en el 47 % de las metas, no se avanza a un ritmo suficiente, y en el 18 % de ellas, se registra un retroceso, por lo que existe el riesgo de que más de dos tercios de los Objetivos se queden sin cumplir.
Sr. Presidente:
En medio de este panorama, urge reformar la actual arquitectura financiera internacional, que es anacrónica y disfuncional.
El actual orden económico internacional, es profundamente injusto y excluyente con el Sur. Reproduce los problemas del desarrollo económico y social derivados de siglos de colonización, esclavitud, saqueo y guerras por el reparto del mundo. Genera una muy desigual distribución de la riqueza, que perpetúa la pobreza y el subdesarrollo y, por tanto, aviva la llama de los conflictos.
Se necesita voluntad para erradicar las causas raigales de los conflictos, premisa indispensable para una paz duradera.
Debe cesar de inmediato la aplicación de medidas coercitivas unilaterales, diseñadas para someter a Estados soberanos.
Urge que se modifiquen los patrones de producción y consumo irracional e insostenible del capitalismo. Los países desarrollados deben cumplir su responsabilidad histórica con el Sur y honrar sus compromisos en materia de ayuda oficial al desarrollo.
El cambio climático amenaza la supervivencia de todos, con efectos irreversibles, en particular en los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo. Los países industrializados, deben cumplir sin dilación sus responsabilidades históricas y su compromiso bajo la Convención Marco de Cambio Climático y el Acuerdo de París.
La humanidad precisa de la paz y del estricto respeto de la soberanía de los Estados, la no injerencia en sus asuntos internos y el ejercicio pleno del derecho de los pueblos a la autodeterminación.
Urge fortalecer la solidaridad y la cooperación internacionales para erradicar la pobreza y avanzar hacia el desarrollo, derecho reclamado históricamente por las naciones del Sur, donde vive casi el 80% de la población mundial.
En resumen, tal como afirmara el Líder Histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro Ruz, en su intervención durante el XV Período de Sesiones de la Asamblea General de la ONU, en el ya lejano año 1960, y cito: ¡Desaparezca la filosofía del despojo, y habrá desaparecido la filosofía de la guerra! ¡Desaparezcan las colonias, desaparezca la explotación de los países por los monopolios, y entonces la humanidad habrá alcanzado una verdadera etapa de progreso!
Sr. Presidente:
Cuba fue una de las 51 naciones fundadoras de esta Organización. Sería injusto desconocer que la ONU ha hecho del mundo un lugar menos despiadado: gracias a ella, el colonialismo fue desterrado como política legítima, y pueblos oprimidos conquistaron su independencia. A estas luchas, Cuba aportó solidaridad y sangre.
A pesar de los enormes retos que enfrenta la comunidad internacional, no es demasiado tarde para cambiar el curso de la historia y hacer del actual orden internacional uno más justo, democrático y equitativo, que tome en cuenta verdaderamente al ser humano y su dignidad.
Trabajemos de conjunto por superar las diferencias y enfrentar juntos los desafíos comunes, con sentido de urgencia. Para ello, las Naciones Unidas y esta Asamblea General, incluso con sus limitaciones, son el instrumento más poderoso de que disponemos.
Cuba reitera su invariable postura a favor del multilateralismo, la paz y el desarrollo sostenible para todos. Esperamos que más temprano que tarde, podamos nuevamente decir “Nosotros los pueblos de las Naciones Unidas resueltos”… “hemos decidido unir esfuerzos para realizar designios”.
Muchas gracias.
[1] Informe del SIPRI. https://www.sipri.org/sites/default/files/2025%20MILEX%20PR%20ESP.pdf
[2] A/80/81-E/2025/62