(Dakar, 22 de marzo, 2025) Luego de una nutrida agenda de intercambios al más alto nivel en Sudáfrica, Etiopía, Burkina Faso, Nigeria y Ghana, el ministro de Relaciones Exteriores de Cuba Bruno Rodríguez Parrilla y la delegación que le acompañó sostuvo en Dakar fructíferos encuentros con el presidente, excelentísimo señor Bassirou Diomaye Faye, la canciller Yassine Fall, y el máximo dirigente del parlamento senegalés, Malick Ndiaye.
Asimismo, el homenaje al más universal de los cubanos y Apóstol de la Independencia José Martí en el Monumento al Renacimiento Africano, fue preámbulo perfecto para una última acción dentro de la gira africana que devino gratitud eterna por una historia común compartida desde hace cuatro siglos: la visita a la patrimonial isla de Gorée, símbolo de una época signada por la esclavitud y crímenes de lesa humanidad que el mundo jamás debe volver a reeditar.
Conducido por Eloi Coly, director y conservador de los tesoros allí reunidos, Rodríguez Parrilla se interesó por los orígenes de la mítica Casa de los Esclavos, construida por los holandeses en 1776, y único vestigio en pie de esas edificaciones que servían de vivienda-cárcel provisional de hombres y mujeres destinados a zarpar en un viaje sin retorno hacia América.
Coly explicó además que a partir de 1960 y gracias a la determinación de Boubacar Joseph Ndiaye, primer conservador del sitio histórico, despertó la atención de los medios de comunicación, de los gobiernos y de las organizaciones nacionales, y antes de terminar esa década, el primer Festival Mundial de Artes Negras contribuyó a sacarlo del anonimato.
Desde 1978, Gorée pertenece a la lista del Patrimonio Mundial, y a partir de 1990 luego de una restauración total realizada bajo los auspicios de la UNESCO, fue calificada por la ONU como “lugar altamente simbólico en la historia de los pueblos”.
Emotivo momento lo constituyó el recorrido por sus rincones, donde a pesar de no conservar sus barrotes de antaño, solo umbrales de piedra carcomidos por el tiempo y el salitre, se percibe todo el dolor infligido en todo el recinto, llantos de madres separadas de sus hijos, hombres cebados para darles mayor valor durante su vil venta al mejor postor, o gritos de desesperación por el desarraigo e incertidumbre.
Más impresionante aún, si se puede, es la puerta del no retorno, apertura hacia el inmenso océano donde según cuentan, se podía sentir bajo las plantas el último contacto con la tierra madre de cientos de miles de exponentes de etnias y aldeas africanas, algunos de ellos verdaderos reyes condenados al grillete y la vejación.
Una invitación del señor Coly a su gabinete, propició que tanto el ministro como Luis Alberto Amorós, director de África Subsahariana de la Cancillería de Cuba, y otros integrantes de la delegación, dejaran sus impresiones y gratitud en el Libro de Honor de la Oficina del Conservador.
Antes de abordar la embarcación que lo llevó de regreso al puerto de Dakar, el máximo representante de la diplomacia cubana fue reconocido como Embajador de Buena Voluntad con la Distinción Peregrino de Gorée, status conferido por la ciudad desde el año 2004 a aquellas personas que han contribuido a nombre propio o de sus pueblos, a la preservación y difusión de esa isla considerada un verdadero santuario de la Trata Trasatlántica de personas africanas.
Allí, frente al pedestal que sostiene a la célebre estatua de la liberación de la esclavitud en la Plaza de la Libertad y de la Dignidad Humana, cerró la visita a Senegal y a África, gozosos de la herencia compartida tras un mestizaje que coronó esencias de identidad; pero, sobre todo, atentos a un compromiso contra toda forma de discriminación y racismo; por el respeto a la historia común, al color cubano. (EmbaCuba Senegal)