Dublín 23 de abril de 2018. El embajador de Cuba en Irlanda Hugo René Ramos Milanés, junto a un grupo de Jefes de Misiones diplomáticas acreditadas, participó en la siembra de un árbol en la llamada “Arboleda de las Naciones” en los jardines de la célebre residencia Farmleigh.
Es una tradición destinada a cultivar la amistad y convivencia pacífica entre los pueblos, el cuidado a la naturaleza.
La ceremonia fue presidida por Micheál Mac Donncha, alcalde de Dublín quien recordó que los árboles tienen un especial significado en la tradición irlandesa, muchas de sus celebres leyendas giran en torno a las diversas especies arbóreas. Los árboles en general son vistos como sostén del hombre, símbolo de la vida, representan también la unidad.
El Alcalde también recordó que mañana 24 de abril se conmemora el 102 aniversario del Alzamiento de Pascua, un acontecimiento notable en el proceso de la independencia de Irlanda.
La tradición celta reconocía a un grupo de árboles como sagrados y su tala podría ser sancionada con una severa multa, así nacieron arboledas sagradas. Entre esos árboles se reconocen al roble, avellano, acebo, tejo, fresno, pino y manzano, apreciados bien por sus maderas o por sus frutos, cada uno con su propio significado simbólico como puede ser fuerza, pureza, amor, fertilidad, etc.
Se cuenta que al construirse una nueva aldea siempre se dejaba un árbol al centro: “el árbol de la vida”, que encarnaba la seguridad e integridad de las personas.
Se dice que la expresión popular “toquemos madera” proviene del carácter sagrado que los celtas dispensaban a los árboles, pues creían que sus druidas –sacerdotes--, tras la muerte, reencarnaban en ellos y de esa manera continuaban cuidando a su pueblo.
Muy célebre es también la hoja de trébol, que se cuenta ayudó a San Patricio –Patrón de Irlanda- a explicar la Santísima Trinidad, “como mismo de un único tallo nacen tres hojas, así el Padre, el Hijo y el Espíritu Santos son uno mismo”.
La Residencia Farmleigh en cuyos jardines crece la Arboleda de Las Naciones, originariamente era una pequeña casa georgiana construida a finales del siglo XVIII, luego adquirida y ampliada por la familia Guinness, fundadora de la fábrica de cerveza de igual nombre.
En 1999 el Gobierno Irlandés compró la casa a la familia Guinness, y fue cuidadosamente renovada para que sirviera de alojamiento de dignatarios visitantes e invitados de la Nación, para reuniones del Gobierno y como casa museo.
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