La Habana, 13 de marzo de 2020.- Han pasado 63 años desde aquel día de 1957. Cada 13 de marzo nos recuerda cómo cuesta enjugar la sangre joven de quienes se inmolaron por esta tierra nuestra, que se empeña en recordarlos. Es difícil imaginar a un muchacho de 24 años muerto a metralla. Duele. Pero gratifica que, sobre el dolor, se erija una fuerza multiplicada, capaz de colgarse un fusil en ristre para defender cada pedazo de suelo patrio.
El Directorio Revolucionario, aquel brazo armado de la FEU, que se aventuró a cargar contra el tirano en su «madriguera del Palacio Presidencial», merece toda la solemnidad de los mártires, aunque esa palabra enrarezca la estampa de aquellos hombres, que apenas empezaban a vivir. Sus propósitos de desconcertar al régimen con el ajusticiamiento de Fulgencio Batista, dos años antes del triunfo definitivo de los barbudos, no puede verse como un descalabro militar, sino como un himno de osadía: las ratas siempre huyen por escaleras internas.
Su plan—a la postre fallido—era entregar las armas de la guarnición del Palacio al pueblo, y convocar a las masas a través de la emisora Radio Reloj, para arremeter entonces contra otros enclaves de envergadura militar, como el Cuartel Maestre de la Policía. Pero incluso cuando estas acciones no se cumplieron todas, dos objetivos claros se lograron: atacar al unísono con los guerrilleros que combatían en la Sierra Maestra, comandados por el líder de la Revolución, Fidel Castro, y catalizar el repudio del pueblo ante la tiranía batistiana.
Según narran apuntes de la época, los combates dentro del Palacio fueron sangrientos, y a muchos de los 50 jóvenes que se adentraron se les acabaron las municiones. Muchos murieron y el resto pidió apoyo en retirada, pero el apoyo nunca apareció.
Por otro extremo de la ciudad, el coordinador de las acciones José Antonio Echeverría, luego de tomar Radio Reloj y realizar su histórica alocución, se encaminó a la Universidad de La Habana, por la entrada de la calle J. Una patrulla obstruyó la vía a la altura del Hospital Calixto García y abrió fuego sobre el vehículo, donde viajaba el jefe del Directorio Revolucionario. Su cuerpo, después de un salvaje tiroteo, cayó muerto a las 3 y 45 de la tarde.
La épica de estos 61 años de victoria, y el corazón de la Isla, ya les fundió un pedestal en nuestra tierra a cada uno de esos jóvenes. Parte de nuestra memoria sonora será siempre la voz reverberante de aquel muchacho veinteañero que desafiaba a la muerte:
«¡Pueblo de Cuba! En estos momentos acaba de ser ajusticiado revolucionariamente el dictador Fulgencio Batista. En su propia madriguera del Palacio Presidencial el pueblo de Cuba ha ido a ajustarle cuentas, y somos nosotros, el Directorio Revolucionario, los que, en nombre de la Revolución Cubana, hemos dado el tiro de gracia a este régimen de oprobio». (Granma)