Por Luis Onofa
Este 1 de enero, la Revolución Cubana celebró el aniversario 65 de su triunfo. En la misma fecha, debería conmemorar también el aniversario 65 de su resistencia a todos los intentos de Estados Unidos por derrocarla, porque la conspiración de Washington comenzó el mismo día de la victoria del Movimiento 26 de Julio sobre el dictador Fulgencio Batista. La conjura ha tenido, como los monstruos mitológicos, mil cabezas. Su núcleo han sido los cientos de intentos de magnicidio pepetrados contra el líder de la Revolución, Fidel Castro, y el bloqueo económico, comercial y financiero contra la isla.
Fidel terminó victorioso su paso por la historia de su pueblo, América Latina y el Tercer Mundo. Pero el bloqueo, el más largo en la historia de la humanidad, deja un saldo incontable de víctimas humanas y mil millonarias pérdidas económicas. Sus efectos negativos acumulados en más de seis décadas para la isla caribeña a precios corrientes, superan los 159 mil millones de dólares. La cifra equivale a 1.4 veces el producto interno bruto anual de Ecuador y se aproxima al PIB de Ucrania, Kuwait y Hungría. Si el cálculo se hace a partir del valor del oro, alcanzan un billón 337 mil millones de dólares. El año 2022 los daños ascendieron a más de 4 mil millones de dólares, y cada día la cifra aumenta en 13 millones de dólares, según datos divulgados por el canciller de la isla caribeña, Bruno Rodríguez.
En noviembre de 2023, en la Asamblea General de la ONU, una aplastante mayoría de países (187, de 190), volvió a pedir a Estados Unidos, por trigésima primera ocasión, el levantamiento del bloqueo. Pero el señor Paul Folmsbee, representante de la Casa Blanca ante la organización mundial, escuchó los discursos y asistió a la votación de condena, inalterado e inalterable. Washington ignora la resolución de la ONU, aprovechando que ella carece de fuerza vinculante. Al respecto, el embajador de Bolivia ante la ONU, Diego Pary Rodríguez criticó la “doble moral de ciertos estados”, cuando “el país agresor prefiere ignorar e incumplir las decisiones y resoluciones aprobadas año tras año.”
“El bloqueo es un acto de guerra económica en tiempos de paz, dirigido a anular la capacidad del gobierno para atender las necesidades de la población, crear una situación de ingobernabilidad y destruir el orden constitucional” de Cuba, sostuvo el canciller Bruno Rodríguez, en la Asamblea General de la ONU de 2023, en la que se abordó el tema.
Washington sostiene que el asedio a la isla caribeña responde a su propósito de buscar democracia para Cuba y defender los derechos humanos del pueblo de la isla. Pero sus verdaderos objetivos estuvieron claramente descritos hace seis décadas en el memorando del subsecretario de Estado Lester Mallory, del 6 de abril de 1960: “Hay que poner en práctica rápidamente todos los medios posibles para debilitar la vida económica (…) negándole a Cuba dinero y suministros con el fin de reducir los salarios nominales y reales, con el objetivo de provocar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno».
La agencia cubana de noticias Prensa Latina, recuerda que, aunque el bloqueo económico, comercial y financiero contra su país se oficializó el 3 de febrero de 1962, cuando el presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy, firmó la respectiva resolución ejecutiva 3447, Washington tomó posición en contra de la Revolución desde 1959, cuando triunfó la Revolución. Ese año el presidente estadounidense Dwight D. Eisenhower acogió a ex funcionarios de la dictadura de Fulgencio Batista, que huyeron con más de 400 millones de dólares de fondos públicos cubanos, tras la caída del dictador.
En 1960 las petroleras estadounidenses Texaco, Esso y la británica Shell interrumpieron el suministro de petróleo a Cuba y se negaron a procesar el crudo adquirido en la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), como resultado de las presiones ejercidas por Washington para desestabilizar al gobierno revolucionario. Ese mismo año, el gobierno estadounidense suspendió de manera total la compra de azúcar a Cuba, producto que era la principal fuente de divisas para la isla.
A partir de aquellos años, la misma agencia de noticias registra más de sesenta acciones coercitivas financieras y comerciales, firmadas invariablemente por todos y cada uno de los presidentes que se han sucedido en la Casa Blanca, a lo largo de más seis décadas que dura el bloqueo.
Dos de los ejes de la coerción son las denominadas Ley Torricelli y Ley Helms-Burton. La primera de ellas fue promulgada el 23 de octubre de 1992. Según el portal Siempreconcuba, fue concebida como “el golpe de gracia a la Revolución cubana”, mediante la asfixia a su pueblo, y tenía “como objetivo derrocar” a la Revolución, justo cuando ésta enfrentaba el reto de recomponer su comercio exterior, vital en la provisión de divisas, tras la desaparición del socialismo en Europa del Este, que hasta entonces fue su principal mercado y proveedor.
En la ocasión, el entonces candidato presidencial William Clinton había dicho que ese instrumento, que todavía estaba en debate, era “una gran oportunidad de martillar a Castro y a Cuba.”
En la esfera comercial esa ley estableció dos sanciones fundamentales: prohibir el comercio con Cuba a aquellas subsidiarias de compañías de Estados Unidos establecidas en terceros países; y prohibir que toquen Estados Unidos aquellos barcos que hubiesen entrado en puertos cubanos.
La Ley Helms-Burton, aprobada en 1996, es el estatuto que permite enjuiciar en Estados Unidos a propietarios extranjeros de empresas que operan en Cuba, que fueron nacionalizadas al comienzo de la Revolución. Con ello busca boicotear la inversión extranjera en la isla. Esa ley, no obstante, le ha generado a Estados Unidos fricciones con Europa, que se ha sentido perjudicada por esa medida, lo que ha llevado a las partes a complicadas negociaciones que, sin embargo, no han eliminado su carácter coercitivo.
De acuerdo con Siempreconcuba, en la promulgación de esas leyes y otras medidas enmarcadas en el bloqueo ha gravitado la Fundación Nacional Cubano Americana, conformada por cubanos enemigos de la Revolución, residentes en el estado de Florida, e influyentes en los círculos del gobierno estadounidense, quienes canjean votos y apoyo financiero a candidatos presidenciales y legislativos, tanto republicanos como demócratas, a cambio de que estos mantengan el bloqueo a la Revolución de la isla caribeña.
Analistas del bloqueo aseguran que éste ha recrudecido, en lugar de atenuarse, como lo demuestra la inclusión de Cuba en la lista de países que alientan el terrorismo, medida adoptada por la administración de Donald Trump (2017-2021), sin prueba alguna. Al respecto, la embajadora de El Salvador ante la ONU, Egriselda López, calificó esa medida como “arbitraria e injustificada.” Ella “ha reforzado las dificultades del país para insertarse en el comercio internacional y realizar operaciones financieras, y ha provocado cierres de contratos, pérdidas de relaciones con entidades bancarias, entre otras dificultades”, dijo, al referirse a las consecuencias de ese estatuto.
Analistas subrayan que las leyes estadounidenses en las que se sustenta el acoso violan un cúmulo de principios universales y acuerdos mundiales sobre economía, comercio, finanzas, objetivos sociales, derechos humanos, objetivos de desarrollo sostenible, multilateralismo y territorialidad, muchos de ellos aprobados por consenso en Naciones Unidas.
La propia embajadora López, en representación del Sistema de la Integración Centroamericana (SICA), subrayó que durante la pandemia del Covid 19, el bloqueo provocó “restricciones” que dificultaron a Cuba adquirir insumos y equipamientos médicos imprescindibles, incluso oxígeno medicinal en terceros países, con la consiguiente pérdida de vidas humanas.
El representante de Bolivia ante la ONU, Diego Pary Rodríguez, fue más allá cuando preguntó por las vidas humanas que se habrían salvado en el mundo, durante la pandemia, si Cuba hubiese tenido libertad y facilidad para compartir sus vacunas con otros países. La isla caribeña fue el único país de América Latina que desarrolló con éxito vacunas contra el Covid 19, pese al bloqueo.
El representante de Uganda, Godfrey Kwoba, abordó otra arista conflictiva de la Ley Helms Burton: su naturaleza extraterritorial. Hablando en nombre del Grupo de los 77 y China, lamentó que ella transgreda la libertad de comercio entre las naciones, debido a su propósito intimidador, al castigar cualquier transacción comercial o de inversión entre cualquier país y Cuba.
El representante permanente adjunto de China, Dai Bing, cuestionó el unilateralismo cuando dijo que “la imposición de medidas unilaterales, coercitivas contra Cuba y otros países por Estados Unidos constituyen una violación de los propósitos y principios de la Carta de Naciones Unidas”.
En contra del propósito de Estados Unidos y la Fundación Nacional Cubano Americana de acabar con la Revolución, han surgido en el mundo voces y acciones solidarias con la isla caribeña. En medio del silencio de la mayoría de medios masivos del mundo, una cruzada internacional de ayuda a Cuba llegó a la isla con insumos médicos durante la pandemia Covid 19.
“No es legal ni ético que el gobierno de una potencia someta a una nación pequeña, por décadas, a una guerra económica incesante en aras de imponerle un sistema político ajeno y volver a apropiarse de sus recursos. Es inaceptable privar a un pueblo entero del derecho a la paz, a la libre determinación, al desarrollo y al progreso humano.”, afirmó el canciller cubano Bruno Rodríguez, al hablar sobre el tema en la ONU.
Los bloqueos económicos y militares han sido y son el arma de los imperios y las potencias económicas y militares del mundo para doblegar países que no se alinean con sus intereses. En su hora lo han aplicado Gran Bretaña, Francia, Holanda, el nazismo, Italia, Israel, y Estados Unidos de Norteamérica. Sus víctimas han sido países y pueblos como Yugoslavia, Argentina, Venezuela, Puerto Rico, Líbano, Palestina y Cuba.
Todos los bloqueos violan el derecho de los pueblos a una vida digna. Pero Cuba no se ha doblegado. “Los colosales desafíos no nos amilanan… Cuba continuará renovándose, en la construcción de una nación soberana, independiente, socialista, democrática, próspera y sostenible.”, aseguró el canciller Rodríguez. En su hora, el extinto líder de la Revolución, Fidel Castro se preguntó sobre lo que podría hacer su país el día que cese el bloqueo. “Lucharemos por ese día y esperaremos ese día”, aseguró, de su lado, el canciller Rodríguez.
El mundo está en deuda con Cuba. Brigadas de la Revolución han ido todos los lugares del planeta en los que las tragedias naturales o la guerra han necesitado de solidaridad. No basta con condenar el bloqueo. Es indispensable convertir los votos en acciones que fuercen a Washington a poner fin a la coerción económica contra la isla.
Tomado de La Palabra Abierta https://www.lapalabrabierta.com/2024/01/02/cuba-65-anos-de-una-victoria-...