Repetir el ciclo de inclusión-exclusión de Cuba de la Lista de países patrocinadores del terrorismo, según el gobierno de turno de los Estados Unidos, demuestra fehacientemente que no hay argumento alguno que sustente la presencia de nuestro país ese listado.
Hace apenas unos días, el pasado 14 de enero, el gobierno de Biden, como había hecho en su momento Obama, en 2015, adoptó la decisión de excluir a Cuba de la Lista, tomando como base la falta de información de Estados Unidos para mantenerla en ella. Es difícil pensar que, en sólo seis días, del 14 al 20 de enero, puedan haberse modificado las evaluaciones de las agencias oficiales norteamericanas para adoptar la medida antes descrita.
El vaivén de las decisiones sobre este delicado asunto, pone de manifiesto su verdadero propósito: justificar el criminal bloqueo económico, comercial y financiero contra Cuba y crear dificultades de diferente índole para los cubanos donde quiera que nos encontremos. Esta política criminal, próxima a cumplir sesenta y cinco años de su implementación, no ha logrado derrotar la Revolución cubana, ni lo logrará tampoco Donald Trump.
Cuba nunca ha sido un país terrorista. Ha demostrado ser un país de paz y sobran ejemplos. Resulta inadmisible que se nos trate de endilgar con semejante estigma. La Asociación de Cubanos Residentes en Irlanda lo rechaza categóricamente.
Lamentablemente, no albergamos esperanzas de que Donald Trump entienda que los cubanos deseamos vivir en paz y exigimos que se respete nuestra soberanía e independencia. A propósito, la lista de fracasados por no entenderlo es extensa y puede crecer aún más.