Muy buenos días:
Estimado Ministro de Cultura y Patrimonio del Ecuador,
Autoridades del Gobierno ecuatoriano,
Embajadoras, embajadores y otros miembros del Cuerpo Diplomático presentes,
Amigos entrañables de la solidaridad con Cuba,
Compatriotas residentes en el Ecuador,
Queridos colaboradores de la Brigada Médica Cubana y demás miembros de la Misión Estatal Cubana en Ecuador, Amigas y amigos todos:
El próximo 28 de enero se cumplirán 165 años del nacimiento de José Martí, el más grande pensador que haya dado Cuba y uno de los más importantes de Hispanoamérica; el Apóstol de nuestra independencia; “el más universal de todos los cubanos” y – al decir de nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro, “el autor intelectual del asalto al Cuartel Moncada”.
En toda Cuba, y mucho más allá de nuestras fronteras, amigos y estudiosos de la obra martiana, conmemoran cada año el natalicio de este gran hombre, cuyo pensamiento ilumina las ideas de todos aquellos que sueñan con un mundo mejor, inspira nuestro patriotismo, y el más alto sentido del honor y de la dignidad que hoy disfrutamos los cubanos y cubanas.
La obra y el pensamiento emancipador de José Martí, siguen constituyendo hoy fortaleza y trinchera. Martí es el alma moral y guía espiritual de la nación cubana; luz que enaltece nuestra búsqueda de la justicia social.
Martí nos legó la idea de siempre hacer el bien, de compartir siempre con los más necesitados, la idea de desterrar egoísmos como forma de ser mejores personas y auténticos patriotas. El Maestro nos enseñó a amar a la Patria por la que dio su vida.
Fundador del Partido Revolucionario Cubano, conductor y guía de la “Guerra Necesaria”, tuvo la claridad histórica y política de ver en la unidad del pueblo cubano, la única manera de lograr la independencia del yugo colonial español y del naciente imperialismo norteamericano.
Hijo de militar, nacido en un hogar de padre y madre españoles, Martí deriva en profeta y forjador de la independencia de la tierra que lo vio nacer.
El Maestro nos enseñó a amar a la Patria por la que dio su vida, y como profeta que fue, anticipó, como nadie, el peligro que representaría para nuestros pueblos de América el surgimiento de los Estados Unidos. En su carta inconclusa a su entrañable amigo Manuel Mercado, que Martí interrumpe para marchar a la manigua mambisa, nuestro héroe nacional mostró a la historia su más intimo pensamiento: “Ya estoy todos los días en peligro de dar la vida por mi país y por mi deber,(….) de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por la Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso.”
Martí fue hábil político, periodista, diplomático y pensador. Logró fusionar su verbo sabio con su pensamiento humanista y su accionar revolucionario, elementos que lo hicieron ver la necesidad de cambios estructurales para lograr una América más justa y unida.
A pesar de ser un ardiente defensor de la paz y la unión entre los hombres, no vaciló en organizar e iniciar la guerra contra el coloniaje y la injusticia que agobiaban a la nación cubana.
En un día como hoy, para todos los cubanos que estamos en Ecuador, tierra heroica y amiga, resulta de obligado recuerdo la amistad entrañable que ofrecieron a la historia, dos grandes de nuestra América: Eloy Alfaro y José Martí.
Martí y Alfaro forjaron esa amistad precisamente sobre la determinación de ambos de luchar por la independencia de Cuba.
Quiso el destino unirlos en la vida y en la muerte. En tal compromiso, Martí ofrendó su vida el 19 de mayo de 1895, un mes antes del triunfo de Alfaro y su Revolución. Eloy Alfaro, murió un 28 de enero de 1912.
Martí nos enseñó su fervoroso patriotismo, su amor apasionado a la libertad, a la dignidad y al decoro; su repudio al despotismo y su fe ilimitada en el hombre. En su prédica revolucionaria está el fundamento moral y la legitimidad histórica del proceso revolucionario en Cuba.
Su vida fue de las primeras en ofrendarse como símbolo imborrable de altruismo y desprendimiento personal. De sus restos emanaron sus inmortales ideas para que, poco más de medio siglo después de su desaparición física, un pueblo entero se enfrascara en colosal lucha contra el desgobierno de Fulgencio Batista, una de las dictaduras más sanguinarias que ha sufrido la América Latina.
Es por ello que decimos que nuestro Apóstol no solo fue el autor intelectual del Asalto al Cuartel Moncada, sino también la guía que nos llevó al triunfo de la Revolución Cubana, en enero de 1959.
Martí decía que "patria es humanidad", y nos enseñó, como nadie, ese sentimiento internacionalista, ese sentir el dolor ajeno, nos enseñó la necesidad e importancia de una América Latina unida, frente a la soberbia y desprecio de la otra América.
EL Comandante en Jefe Fidel Castro, fiel estudioso y admirador de Martí, tuvo el ideario de éste como su brújula política. Fidel supo rescatar la memoria martiana, perdida y tergiversada en las veleidades de la República neocolonial.
La Revolución Cubana no la hizo una sola generación, pero si es parte de un mismo proceso, desde 1868 hasta el presente. A lo largo de esta histórica lucha se debatieron siempre dos cuestiones fundamentales: la lucha por la independencia y la lucha por la revolución social. Hoy, cubanos y cubanas disfrutamos de ese legado histórico.
Los revolucionarios cubanos continuamos en una lucha por la vida, por la dignidad; por no dejar morir las ideas de Martí y Fidel; por enfrentar los intentos hegemónicos que tratan de imponerse en este mundo contemporáneo.
Hoy, enfrentamos una lucha de pensamiento y quiero recordar a Martí cuando nos dijo que: “Nuestra revolución está en marcha, las batallas de armas han de seguir a las batallas del pensamiento”.
Recordemos también al Maestro cuando en su discurso en Tampa el 26 de noviembre de 1891 expresaba: “yo quiero que la ley primera de nuestra república sea el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre”.
Ser martianos hoy, significa ser justos, patriotas, vivir apegados a la raíz, desde la condición de los hombres que no temen al pensamiento, ni se amilanan ante las dificultades.
Martí vio en la unidad latinoamericana el único camino para avanzar hacia una “América Nuestra”, libre e independiente de toda dominación imperial. Así dijo: “¡los árboles se han de poner en fila, para que no pase el gigante de las siete leguas! Es la hora del recuento, y de la marcha unida, y hemos de andar en cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes.”
Ser revolucionario es luchar con argumentos y razones por lo que se cree y nunca animado por el odio y el dinero corruptor. Es ser conscientes, que como expresara Martí, “lo que un grupo ambiciona cae, perdura, solo lo que un pueblo quiere”. Y en Cuba ha perdurado lo que el pueblo ha querido, y ha querido Revolución, Socialismo, ha querido a Fidel y a Raul.
Hoy, las ideas de Martí continúan inspirando al pueblo cubano. Nadie tuvo nunca argumentos más fuertes, ideas morales y éticas más poderosas, una causa más justa que defender, un honor y una dignidad más grande que guardar, una bandera más independiente y más gloriosa que proteger.
Largo ha sido el camino y grandes los sacrificios para construir la Revolución Cubana. Las páginas de nuestra historia fueron escritas por los mejores hombres nacidos en nuestra patria. Las escribieron con sudor, con sangre, con vidas ofrendadas y con su lucha infatigable.
Muchos cayeron en el camino, pero es precisamente esto lo que nos hace más fuertes y lo que nos impulsa a no flaquear en nuestro empeño de construir una patria mejor, “con todos y para el bien de todos”.
Inspirados precisamente en esas ideas, los revolucionarios cubanos han sabido cumplir su deber. Su deber con la patria y su deber con el mundo, su deber de llevar adelante la Revolución, de transformar la sociedad cubana, y de llevar solidaridad y apoyo a cualquier nación del mundo que la haya necesitado. La esencia internacionalista de nuestro proceso revolucionario ha sido siempre compartir con cualquier pueblo necesitado, no lo que nos sobra, sino lo poco que tenemos.
La obra y el pensamiento emancipador de José Martí, están hoy más vigentes que nunca en nuestras tierras americanas. Martí nos convoca, nos invita a la reflexión colectiva y a la acción sobre nuestras realidades, aspiraciones y sueños.
Cuando acabamos de conmemorar el 59 Aniversario de la Revolución Cubana, con el mismo coraje y con la misma determinación de siempre, reafirmamos que el pueblo cubano, seguirá defendiendo el socialismo y los principios que nos han dado la legitimidad que hoy disfrutamos; que seguiremos enfrentando y venciendo bloqueos, mentiras y agresiones de todo tipo y que no nos rendiremos jamás.
Los cubanos y cubanas de estos tiempos lo tenemos bien claro y sabemos, que como afirmara nuestro líder histórico: “El rostro ceñudo de Martí y la mirada fulminante de Maceo señalan a cada cubano el duro camino del deber y no de qué lado se vive mejor”.
¡Que vivan eternamente las ideas, el ejemplo y la obra indestructible de Martí y de Fidel!
¡Viva la amistad eterna entre los pueblos de Cuba y Ecuador!
Muchas Gracias.