Gracias, gracias,
que viajes y que vuelvas,
que subas y que bajes.
Está entendido,
no lo llenas todo palabra gracias,
pero donde aparece tu pétalo pequeño
se esconden los puñales del orgullo,
y aparece un centavo de sonrisa.
Neruda – Oda a las gracias
Gracias, esa es la palabra de la hora. Es la palabra magnífica para convocar todos nuestros sentimientos, alrededor de un cúmulo de ciencia y bondad que una buena tarde se apareció junto a nuestras dolencias. Era un núcleo, vestido de batas blancas. Eran seres humanos de la misma estatura moral, con una conciencia de incomparable dimensión. Y vinieron de Cuba, de la Cuba de Martí y Fidel. Y vinieron impulsados por la consuetudinaria costumbre de Fidel Castro de servir a la humanidad. Era el humanismo en la más alta expresión que brotó del sacrificio del 26 de Julio, de la brega victoriosa de Sierra Maestra, del triunfo de Enero de 1959, de la derrota imperialista en Girón, de la claridad de la Crisis de Octubre, de la Revolución Cubana con toda la fuerza, aún vigente, de su cualidad transformadora de la sociedad cubana.
Gracias es la palabra que podemos repetir sabiendo que es justa. La palabra gracias es el equilibrio entre un hecho científico y un hombre o una mujer sintiendo vida. Gracias tiene la virtud de enternecer. Es la palabra que en estas horas da vueltas y vueltas en la mente de miles de ecuatorianos que sintieron el paso, cierto, benevolente e internacionalista de la Misión Médica Cubana.
Los que ven mejor, los que ven bien, los que mantienen intactas sus dos extremidades inferiores, los que se sometieron a terapias, los que se guiaron por las imágenes técnicamente administradas, los que difuminaron sus desesperanzas porque encontraron en el centro hospitalario, amor, calidad humana, presteza, en el instante de la entrevista con médicos cubanos, repiten con frecuencia la palabra gracias.
Todos ellos quisieran, ahora que está anunciada su partida por una impronta cocinada por el imperio y Trump que habla del desprecio a nuestra soberanía; ahora que el gobierno del Ecuador pone distancias entre la salud del pueblo y un grupo de especialistas que salvan la vida; ahora que va a ocurrir algo no deseado por la mayoría de los ecuatorianos; todos los gratos quisieran que el viaje de los miembros de la Misión Médica Cubana, fuera en un tren cercano para que todas las ventanas exhiban el rostro de sus integrantes y en las aceras un intenso agitar de manos y pañuelos blancos sea la más emotiva e histórica despedida. Seguro que las emociones alcanzarían grados insuperables.
El encuentro de la Misión Cubana con decenas de miles de ecuatorianos no es una casualidad. Es la vieja amistad de Ecuador y Cuba, de José Martí y Eloy Alfaro, atizando un sentimiento solidario ecuatoriano-cubano que nadie puede destruir y con seguridad será el crisol de nuevas y potentes relaciones.
El encuentro de la Misión Cubana con decenas de miles de ecuatorianos es un producto de la Revolución Cubana, socialista y verdadera.