Señor Presidente:
Cuba reitera su posición de principio en contra de las resoluciones selectivas y politizadas que no cuentan con el consentimiento del Estado concernido y se imponen contra su voluntad. Esto las convierte automáticamente en irrelevantes y, lo que es más preocupante, sin utilidad práctica en el terreno.
Reafirmamos nuestra firme oposición a que se utilice el tema 2 de la Agenda del Consejo para promover acciones políticamente motivadas contra países en desarrollo.
Lamentamos que los autores de este proyecto de resolución persistan en imponer mecanismos punitivos, pese a la expresa disposición de Eritrea en esta sesión del Consejo, de abordar sus retos nacionales en materia de derechos humanos desde un enfoque constructivo y de cooperación.
No ha habido un ejercicio real de buena fe, basado en la imparcialidad y la no injerencia.
Esta resolución es un ejemplo de los dobles raseros que prevalecen en el abordaje de las cuestiones de derechos humanos.
Arrastra, a su vez, al Consejo de Derechos Humanos al derroche de cuantiosos recursos financieros, sumamente necesarios para la implementación de otros mandatos verdaderamente útiles y necesarios para la vida de millones de seres humanos.
Resulta contradictorio que los promotores de este mandato inoperante soliciten reiteradamente a otros Estados, racionalización y eficiencia en sus iniciativas, mientras que, con esta resolución, se financia la confrontación, la hostilidad y el antagonismo, en vez del diálogo, la cooperación y el compromiso. Esto es inaceptable.
Este mecanismo está nuevamente condenado al fracaso. Además de transparencia y confianza, el CDH necesita coherencia.
Señor Presidente:
Por estas razones, Cuba no puede apoyar el proyecto de resolución L.7 y votará en contra.
Muchas gracias.