Intervención del Embajador Pedro L. Pedroso Cuesta, en seminario virtual para conmemorar el 45 aniversario de la Operación Carlota.

Estimados Embajadores y amigos:

Siento un profundo honor de participar junto a ustedes en esta jornada conmemorativa del 45 aniversario de la que fue, al decir de Fidel, "…la más justa, prolongada, masiva y exitosa campaña militar internacionalista de nuestro país (…), la Operación Carlota, que abrió una nueva y decisiva etapa en la contribución de Cuba a la lucha de los movimientos de liberación nacional en el África austral.

Esta epopeya internacionalista, que tomó su nombre de una esclava que, coincidentemente otro 5 de noviembre, pero de 1843, se sublevó en la provincia cubana de Matanzas liderando una sublevación de esclavos en Cuba, simbolizó también la expresión de gratitud de nuestro pueblo por la indefectible contribución africana a la formación de nuestra nacionalidad y el aporte fundamental a nuestras gestas independentistas de quienes arrancados un día de sus tierras originarias, fueron traídos como esclavos a las Américas.

Sólo esos estrechos lazos de sangre pueden explicar que cerca de 350 mil cubanos, entre médicos, maestros, ingenieros y soldados participaran en esa gesta libertaria durante 16 años. 

La Operación Carlota, iniciada el 5 de noviembre de 1975, a solicitud del líder del MPLA, Dr. Agostino Neto, ante el avance de las tropas zairenses con el apoyo de mercenarios blancos por el norte y tropas sudafricanas por el sur, con el total respaldo de los EE.UU., permitió que el 11 noviembre de ese año el presidente Neto, en medio de una impresionante multitud, anunciara al mundo el nacimiento de la República Popular de Angola.

Con el revés propinado por las tropas cubanas y angolanas en Kifangondo, se aseguró la independencia e integridad territorial de Angola y se impidió una invasión de Sudáfrica por la frontera Sur. Los EE.UU. no pudieron alcanzar su propósito de desmembrar Angola y escamotear su independencia. Lo impidió la heroica lucha de los pueblos de Angola y de Cuba.

Entonces, la disputa imperial por Angola era una expresión más de la Guerra Fría, el imperialismo y las fuerzas afines de occidente no se resignaban a una Angola independiente.

Años después, al referirse a esos acontecimientos Fidel expresó: 

“Por primera vez, en ese apartado punto de la geografía africana, la sangre de cubanos y angolanos se unió para abonar la libertad de aquella sufrida tierra”.

Sin embargo, todavía habría un largo camino para que Angola pudiera asegurar su total independencia. A finales de 1987 se produjo otro gran zarpazo contra Angola. Sudáfrica y Estados Unidos lanzaron el último y más amenazador golpe contra el país. Como en 1975, un número ingente de tropas y medios de combate cubanos cruzaron el Atlántico para detener junto al ejército angolano a las poderosas fuerzas sudafricanas.

Esta vez fueron 55 000 los soldados cubanos que pusieron punto final a la agresión militar extranjera contra Angola. Esta nueva victoria fue, además, una contribución significativa a la liberación de Namibia y a la desaparición del régimen del apartheid en Sudáfrica. En total más de 300 000 combatientes internacionalistas, y cerca de 50 000 colaboradores civiles cubanos, se ofrecieron de forma voluntaria para una misión que no tiene parangón en la historia.

En 16 años se escribieron páginas de un heroísmo sin precedentes, donde sangre cubana generosa fue derramada junto a la de los hermanos angolanos.  Dos mil seiscientos cubanos dieron su vida en esta gesta.

Fueron años de lucha cruenta y heroica en los cuales descollaron el protagonismo de Agostinho Neto y del Comandante en Jefe Fidel Castro, cuya genialidad como estratega militar se puso a prueba.

Las decisivas victorias en el plano militar permitieron el inicio de las negociaciones. Estados Unidos quiso imponer a Angola la salida en un lapso breve de las fuerzas cubanas y negociaciones con Savimbi. Sin embargo, el Presidente Neto insistió en la presencia de Cuba en las negociaciones. Era el reconocimiento a la participación decisiva de las tropas cubanas en la victoria de Cuito Cuanavale, la cual cambió el curso de la historia de África Austral.

Como resultado de las negociaciones tras la épica victoria, el 22 de diciembre de 1988, en esta misma ciudad de Nueva York, fueron suscritos los acuerdos de paz entre Angola, Cuba y Sudáfrica, que quedarían registrados como los Acuerdos tripartitos.

En ocasión de su primera visita a Cuba en julio de 1991, al referirse a la trascendencia de Cuito Cuanavale Nelson Mandela expresó, y cito: "Aquella impresionante derrota del ejército racista le dio a Angola la posibilidad de disfrutar de la paz y consolidar su soberanía. Le dio al pueblo de Namibia su independencia, desmoralizó al régimen racista blanco de Pretoria e inspiró la lucha contra el apartheid dentro de Sudáfrica (…). Sin la derrota en Cuito Cuanavale nuestras organizaciones nunca hubieran sido legalizadas", fin de la cita.

Y en esa misma oportunidad Mandela se reunió con los internacionalistas cubanos, a quienes dijo:

(Ustedes) “vinieron a nuestra región como doctores, maestros, soldados, expertos agrícolas, pero nunca como colonizadores. Compartieron las mismas trincheras con nosotros en la lucha contra el colonialismo, el subdesarrollo y el apartheid. Jamás olvidaremos este incomparable ejemplo de desinteresado internacionalismo. Cientos de cubanos dieron sus vidas, literalmente, en una lucha que era, ante todo, nuestra, no suya”.

A 45 años de esa proeza histórica, puede decirse que la Operación Carlota cementó por siempre y hasta hoy los sentimientos internacionalistas y de solidaridad del pueblo cubano. Hoy, el formidable ejército de batas blancas que desde el sector de la salud coopera en decenas de países y en los más apartados confines, las brigadas del Contingente Henry Reeve que contribuyeron al enfrentamiento al Ebola en África occidental y las que han apoyado en la lucha contra la Covid-19 en 39 países y territorios, son el más nítido ejemplo de esos sentimientos internacionalistas y de solidaridad.

Muchas gracias.

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