Interviene el Embajador y Representante Permanente Juan Antonio Quintanilla Román en la Sesión de Apertura de la Conferencia de Desarme.

Señor Presidente, (Embajador Anupam Ray de India),

Permítame iniciar felicitando a India y a usted, en calidad de presidente, por asumir el liderazgo de este órgano. Le aseguro que podrá contar con el apoyo de nuestra delegación en sus esfuerzos por adoptar un programa de trabajo amplio y balanceado, en línea con el mandato que le fuera otorgado a este órgano en la Primera Sesión Especial dedicada al Desarme (SSOD-I).

Señor presidente,

La Conferencia de Desarme tiene un rol indiscutible y esencial como único foro multilateral de negociación de tratados en materia de desarme. En el pasado, su adecuado funcionamiento ha contribuido de manera efectiva a la responsabilidad que todos asumimos, en tanto Estados Miembros de la ONU de “preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra”, y “crear condiciones bajo las cuales puedan mantenerse la justicia y el respeto a las obligaciones emanadas de los tratados y de otras fuentes del Derecho Internacional”. Al codificar en el Derecho Internacional la proscripción de las armas químicas y biológicas, la CD y sus antecesores, contribuyeron a crear un mundo más seguro.

Hoy, es alarmante la parálisis crónica de este órgano, cuyo estancamiento atenta no solo contra su mandato, sino contra el funcionamiento de la maquinaria de desarme, de manera más general. Cada componente de esta maquinaria, desde su diseño, sirve un propósito. No corresponde a la CD deliberar, para ello ya contamos con la Comisión de Desarme. Tampoco le corresponde proponer medidas de otra naturaleza que no sea jurídicamente vinculante, para ello ya proliferan los Grupos de Trabajo de Composición Abierta y otros espacios intergubernamentales. La CD debe negociar instrumentos vinculantes.

La situación en la Conferencia de Desarme hoy es resultado de la falta de voluntad política de algunos de sus Estados miembros que pretenden mantener el estatus quo. Las divergencias en torno a los diferentes puntos en la agenda de este órgano son “secuestradas” y utilizadas por algunos en sus esfuerzos por paralizar efectivamente cualquier progreso año tras año. La imposibilidad en cumplir el mandato que se nos descarga es tal que nos vemos forzados a contentarnos con la celebración de “debates temáticos”, a los que calificamos de “sustantivos”, ante la negativa de algunos de celebrar negociaciones significativas, que contribuyan al logro de la prioridad de la mayoría de la membresía: un mundo libre de armas nucleares.

Señor presidente:

El desarme nuclear es, y debe continuar siendo, la más alta prioridad en la esfera del desarme y en el trabajo de este órgano.

Este armamento constituye una amenaza existencial, grave e inminente a la humanidad. 100 ojivas bastarían para provocar el invierno nuclear. Hoy, los arsenales globales ascienden a más de 12 mil. Como miembros de la CD, no podemos permanecer pasivos o silentes ante el incremento y la modernización de los arsenales nucleares; y el fortalecimiento del papel de estas armas en las doctrinas de defensa y seguridad de determinados Estados poseedores, cada vez más listos a considerar su utilización.

En la Segunda Reunión de Estados Partes del Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares, los Estados Miembros de este histórico instrumento subrayamos que la existencia continuada de armas nucleares y la falta de avances significativos en desarme socavan la seguridad de todos los Estados, agravan las tensiones internacionales aumentan el riesgo de catástrofe nuclear y suponen una amenaza existencial para la humanidad en su conjunto. Recordamos además que la única garantía contra el uso de armas nucleares es su completa armas nucleares es su completa eliminación y la garantía jurídicamente vinculante de que nunca volverán a desarrollarse.

Inspirémonos en los éxitos y la acelerada institucionalización del TPAN.

El fracaso de la 10ª Conferencia de Examen del Tratado sobre la No Proliferación y la inhabilidad de la Comisión de Desarme de adoptar recomendaciones sobre desarme nuclear en 2023 no pueden amedrentarnos. 2024 debe ser el año en el que se materialicen las aspiraciones legítimas de los Estados no nucleares en este órgano y en otros espacios pertinentes como el Segundo Comité Preparatorio del TNP, que se celebrará en esta misma sede el verano próximo.

Señor Presidente,

Las deudas de este órgano para con la comunidad internacional abundan y es momento de actuar sobre prioridades irresolutas como la negociación de un tratado que prohíba la carrera de armamentos en el espacio ultraterrestre; otro que brinde garantías de seguridad efectivas para los Estados que, como Cuba, no son poseedores de armas nucleares; y un instrumento jurídico que prohíba la producción de material fisionable para la fabricación de armas nucleares u otros dispositivos de igual naturaleza, y que comprenda las actuales existencias.

Para el logro progresivo de estos objetivos debe primar el multilateralismo, como principio básico de las negociaciones en la esfera del desarme. Debe cesar la promoción de doctrinas y políticas armamentistas, injerencistas y unilateralistas. Por ello, al realizar un llamado a la unidad en este órgano, reiteramos nuestro rechazo a las medidas coercitivas unilaterales como el bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por el Gobierno de los Estados Unidos contra Cuba, que quebranta las disposiciones de los artículos X de la Convención sobre Armas Biológicas y XI de la Convención sobre las Armas Químicas.

Señor presidente,

Nuestro compromiso con la Conferencia de Desarme permanece invariable. Mantendremos nuestros esfuerzos para romper con el impasse de este órgano y seguiremos promoviendo la preservación y el fortalecimiento de la maquinaria de desarme, con estricto apego al multilateralismo; así como a los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas y el Derecho Internacional.

Señor presidente,

La paz y los esfuerzos por el desarme están inextricablemente unidos. La Conferencia de Desarme no escapara del juicio de los millones de personas que son testigos de la continuada escalada de violencia por parte de Israel en los territorios palestinos ilegalmente ocupados, en flagrante violación de la Carta de las Naciones Unidas y el Derecho Internacional, incluidas numerosas resoluciones de la ONU.

Reiteramos nuestra condena enérgica, una vez más, a los asesinatos de civiles, especialmente de mujeres, niños y trabajadores humanitarios del sistema de las Naciones Unidas, así como los bombardeos indiscriminados contra la población civil palestina.

La situación actual es consecuencia de 75 años de ocupación ilegal y de la violación constante de los derechos inalienables del pueblo palestino en su propio territorio. La impunidad criminal con la que actúa Israel, la Potencia Ocupante, sólo puede explicarse por su confianza en que no tendrá que rendir cuentas de sus actos y en que cuenta con el respaldo necesario, como demuestran los vetos vergonzosos de Estados Unidos en el Consejo de Seguridad.

La comunidad internacional no puede permitir la pérdida de más vidas inocentes. Este órgano no puede hacerse cómplice.

Muchas gracias.

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