Intervención de Juan Antonio Quintanilla Román, embajador, representante permanente de Cuba, en el Debate General del Tema 3 de la Agenda titulado “Promoción y protección de todos los derechos humanos, civiles, políticos, económicos, sociales y culturales, incluido el derecho al desarrollo”. 48º período ordinario de sesiones del Consejo de Derechos Humanos. Ginebra, Suiza, 22 de septiembre de 2021.
Señora Presidenta:
La crisis económica y social desencadenada por la Covid-19 no tiene precedentes. Tomará tiempo evaluar cuanto se han incrementado las desigualdades, el hambre y la discriminación, en un mundo ya sumido en un orden internacional injusto y antidemocrático, impuesto por los poderosos para su beneficio, y que afecta desproporcionalmente a los más vulnerables.
El ilegal bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos contra Cuba, se ha recrudecido de manera deliberada y oportunista en condiciones de pandemia, a pesar de ser condenado durante décadas por la abrumadora mayoría de la comunidad internacional. Esta política criminal e inmoral es una violación de los derechos humanos del pueblo cubano.
A pesar del impacto del bloqueo, de las acciones que desde el exterior promueven la desestabilización, y de la feroz campaña mediática contra Cuba, el país ha logrado avanzar y cooperar con otras naciones.
Fruto del talento y consagración de nuestros científicos, y de la prioridad puesta por la Revolución Cubana a esta esfera, hemos conseguido producir en los últimos meses tres vacunas y dos candidatos vacunales contra la Covid-19. La pasada semana, el Presidente de Cuba, Miguel Diáz-Canel, reafirmó en la Cumbre de la CELAC la voluntad de trabajar en acuerdos de suministro y producción de vacunas para países interesados, como modesta contribución en el objetivo de alcanzar la pronta inmunización universal en nuestra región.
Señora Presidenta:
Mientras algunos países promueven la solidaridad, otros incrementan las medidas coercitivas, las listas e informes unilaterales como las relativas a libertad de religión y trata de personas; así como las agresiones y amenazas de todo tipo, que constituyen flagrantes violaciones a los derechos humanos de pueblos enteros.
Mientras algunos defienden el sistema de derechos humanos como un espacio de diálogo y cooperación, otros lo utilizan como arma política contra terceros, incluso para promover abiertamente la desestabilización y el cambio de sistemas.
Señora Presidenta:
Reiteramos nuestro llamado a evitar que el sistema de derechos humanos continúe hundiéndose en una crisis de legitimidad y credibilidad, y alejándose cada vez más de los esfuerzos genuinos por la realización de todos los derechos humanos para todos.
Muchas gracias.