Intervención de Juan Antonio Quintanilla Román, embajador, representante permanente de Cuba en el debate general del Grupo Intergubernamental sobre el seguimiento y aplicación de la Declaración y Programa de Acción de Durban. Ginebra, Suiza, 11 de octubre de 2021.
Señor presidente:
Ante todo, permítame felicitarlo por su elección para presidir nuestras labores, y asegurarle todo el respaldo de mi delegación.
Reitero también el absoluto compromiso de Cuba con el mandato de este Grupo de Trabajo.
Señor presidente:
Es necesario reconocer que a 20 años de la adopción de la Declaración y el Programa de Acción de Durban, los objetivos trazados en esos documentos para la lucha contra todas las formas de racismo, discriminación racial, xenofobia y otras formas conexas de intolerancia, aún están lejos de alcanzarse.
La crisis global multidimensional, agravada por la pandemia de COVID-19, ha exacerbado las desigualdades estructurales, la discriminación y la exclusión. Se mantiene a los pobres, a los afrodescendientes y a los migrantes bajo inaceptables condiciones de vida y múltiples formas de discriminación.
Subsiste el racismo estructural, particularmente en los países capitalistas desarrollados, que intentan desviar la atención sobre su responsabilidad histórica en la persistencia de estos flagelos y su deuda con los pueblos víctimas de la esclavitud.
Señor presidente:
Con el triunfo de la Revolución Cubana en 1959, tuvo lugar un proceso de transformaciones radicales que demolió desde la base, un sistema racista y discriminatorio por definición, en virtud del cual la población negra y mulata sufrió durante siglos la discriminación racial estructurada e institucionalizada.
El pueblo de Cuba es uno solo, afrolatino, caribeño y mestizo, con un pasado colonial esclavista.
El proceso de conformación de nuestra nación, que comenzó mucho antes de alcanzar nuestra independencia, se caracterizó por la fusión de varios pueblos africanos, llevados como esclavos desde distintas regiones de ese continente. Ellos eran tan diversos entre sí como los colonizadores con los cuales se mezclaron, provenientes de distintas regiones y culturas de la península ibérica.
Por eso en Cuba, con independencia del color de nuestra piel, todos somos afrodescendientes.
En ese proceso, lamentablemente, no sobrevivieron las poblaciones indígenas originarias, exterminadas por completo en pocas décadas luego de 1492, en el proceso que algunos llaman “descubrimiento”, pero que en realidad fue un genocidio, conquista y colonización.
Señor presidente:
En Cuba, la apología del odio, la xenofobia, la intolerancia y las ideas supremacistas sobre bases de origen nacional, religioso o étnico, son ajenas a la vida política y social del país.
La Constitución de la República de Cuba, aprobada en referendo por la abrumadora mayoría del pueblo en el año 2019, ratificó y fortaleció el reconocimiento y la protección del derecho a la igualdad, así como la prohibición de la discriminación.
Por otra parte, el compromiso de Cuba con la erradicación del racismo ha trascendido las fronteras nacionales. Miles de cubanos apoyaron los movimientos de liberación nacional en África y contra el oprobioso régimen del apartheid. Decenas de miles han aportado su ayuda solidaria, en particular, en el área de la salud.
No descansaremos en el propósito de alcanzar toda la justicia social. Los pueblos del mundo podrán contar siempre con el aporte de Cuba para que los compromisos que asumimos hace 20 años en Durban se hagan realidad.
Muchas gracias.