Georgetown, 11 de mayo, 2020. En su alocución, la Consejera de la Embajada de Cuba, Ana Violeta Castañeda expresó: El Héroe Nacional murió a orillas del río Contramaestre, entre el zumbido de los plomos del ejército español. «Los disparos dieron en el cuerpo del Maestro, la luz cenital lo bañó, soltó las bridas del corcel, y su cuerpo aflojado fue a yacer sobre la amada tierra cubana. De su revólver, atado al cuello por un cordón, no faltaba ni un cartucho», describió el profesor e historiador Rolando Rodríguez, sobre aquel 19 de mayo.
Consecuente con su vida y su sensibilidad de poeta consideraba la guerra un mal necesario para alcanzar lo que fue su más alto empeño: La independencia de Cuba. No necesitó usar balas para poner fin a un imperio y legarnos las trincheras de ideas para enfrentar a otro, imperialismo norteamericano al que definió en su última carta a su entrañable amigo Manuel Mercado.
Cada agresión del imperialismo ha encontrado una respuesta de un pueblo empeñado en no dejar morir al apóstol que sería dejar morir a la patria.
A ciento veinticinco años de su caída en combate, Cuba lleva en si el decoro que nos legó, va por el mundo salvando, y son sus herederos los que hoy hacen suyo la prédica de que Patria es humanidad.
Ante el imperialismo acusado por Martí como destinado a plagar el mundo de horrores, se alzan los trabajadores de la salud, representantes todos de un pueblo solidario. Como antes lo fueron las brigadas internacionalistas llegando a la España revolucionaria, dando sus vidas al grito de “No pasarán”, seguidores del internacionalismo del Che, de los combatientes por la independencia de África, hoy los trabajadores de la salud son ejemplo y dignidad, son la estrella que ilumina la patria toda.
No es posible hoy separar en este homenaje al insigne martiano, el más fiel seguidor de su ejemplo, el que no dejó morir al apóstol en el año de su centenario, a Fidel, que hizo realidad la patria con “todos y para el bien de todos”. Orgullosos los pueblos que podemos tener como faro en estos días aciagos, la luz de personas como ellos cuyo legado es cada día una fuente de aprendizaje y un reto para no dejarlos morir ni ahora ni nunca.
Gloria eterna a nuestros héroes
Gloria eterna a Fidel.
Gloria eterna al Maestro, el más insigne de los cubanos.

