19 de abril de 2023
Compañeras y compañeros:
Mis primeras palabras en la noche de hoy están dirigidas a rendir sentido tributo a los héroes y mártires de Playa Girón. Ellos sacrificaron sus vidas para preservar la independencia, la soberanía y la integridad territorial de su amada patria, Cuba.
Enfrentados a un poderoso ejército mercenario, entrenado, armado y apoyado por el gobierno de los Estados Unidos, en apenas 72 horas de cruentos y sangrientos combates evitaron que el enemigo pudiera establecer una “cabeza de playa” para llamar entonces al reconocimiento internacional de un Gobierno provisional, y a la posterior intervención directa de tropas norteamericanas.
En palabras de Fidel Castro se evitó así que Cuba se convirtiera en un Vietnam, que hubiese traído consigo un conflicto bélico de inimaginables consecuencias por su alto costo en vidas humanas.
Han pasado 62 años de la victoria del pueblo cubano en las arenas de Playa Girón y que la historiografía recogió como la primera gran derrota militar del imperialismo yanqui en América. Pudiésemos pensar que nuestro formidable adversario aprendería la lección, pero no fue así.
El gobierno de los Estados Unidos con el apoyo de la oligarquía criolla, privada de sus privilegios abusivos por la Revolución, no aceptó la derrota y puso en práctica una política agresiva contra la isla rebelde que dura hasta hoy con el objetivo de someter nuevamente a nuestro pueblo.
La estrategia diseñada para alcanzar tal despropósito mantiene sus tres componentes iniciales: guerra económica, aliento a la contrarrevolución interna y denigrar por todas las vías posibles el camino socialista escogido libremente por las cubanas y cubanos.
Se calcula que el bloqueo económico le ha costado a Cuba alrededor de 150 mil millones de dólares en pérdidas, a precios corrientes durante más de 60 años. La historia moderna no recoge similar tamaña injusticia. La potencia más poderosa que haya existido jamás tratando de rendir por hambre, carencias y enfermedades a una pequeña nación cuyo único crimen es querer ser libre y soberana.
Uno se pregunta, si no existiese ese criminal Bloqueo, que constituye una flagrante y masiva violación de los derechos humanos de nuestro pueblo, cuánto hubiese podido lograr la Revolución en términos de bienestar y justicia social.
A pesar de la hostilidad permanente de los Estados Unidos, nuestro país en un tiempo histórico relativamente breve construyó un sistema de educación y salud universales y gratuitos, eliminó la desnutrición infantil, alcanzó una de las expectativas de vida más altas de este continente y se puso a la cabeza de su desarrollo científico lo cual demostró con el combate exitoso a la pandemia de la Covid-19 con recursos propios.
Salvamos a nuestro pueblo noble y ayudamos a otros a salvarse. Para aquello se hizo la Revolución, de los humildes, con los humildes y para los humildes, como alguna vez dijo Fidel. Y ello no hubiese sido posible sin el sacrificio supremo de los que entregaron sus valiosas vidas, hace hoy 62 años.
El gran mérito del pueblo cubano es su lealtad, su ética martiana, su apego inconmovible a los principios de justicia social, pero sobre todo, mantenerse unido aún en los momentos más tormentosos.
Los tiempos que corren son aciagos, Cuba, como la mayoría de los países en desarrollo enfrenta los efectos destructivos del actual injusto orden económico internacional y las amenazas a la existencia misma de la especie humana. A ello se suma en nuestro caso, el recrudecimiento del Bloqueo por la administración Trump y que Biden no ha cambiado como prometió.
Como pueblo no hemos puesto nuestras esperanzas en un futuro mejor en que nuestro adversario histórico nos perdone la vida. Sabemos que el Bloqueo puede durar muchos años más a tenor con la naturaleza del Imperio y a pesar del reclamo mundial contra su cese inmediato.
Confiamos en nuestras propias fuerzas, en la iniciativa creadora del pueblo cubano y en la solidaridad de la humanidad que sigue gritando como hace 62 años: Cuba Sí, Yanquis No.
El líder histórico de la Revolución lo sintetizó así: “Nadie se haga la ilusión de que el pueblo de este noble y abnegado país renunciará a la gloria y los derechos, y a la riqueza espiritual que ha ganado con el desarrollo de la educación, la ciencia y la cultura.
Advierto además que somos capaces de producir los alimentos y las riquezas materiales que necesitamos con el esfuerzo y la inteligencia de nuestro pueblo. No necesitamos que el imperio nos regale nada. Nuestros esfuerzos serán legales y pacíficos, porque es nuestro compromiso con la paz y la fraternidad de todos los seres humanos que vivimos en este planeta”.
Para finalizar, quiero agradecerles a los presentes, a los que nos han seguido virtualmente, y a todas y todos nuestros amigos en el bello Ecuador, por su apoyo permanente y acompañamiento a nuestras luchas de ayer y de hoy. Un mundo mejor es posible. ¡Venceremos!.
¡Muchas gracias!
Embacuba Ecuador