Palabras pronunciadas por Josefina Vidal Ferreiro, viceministra de Relaciones Exteriores de Cuba, en el acto de juramentación de nuevos Jefes de Misión designados. La Habana, 3 de julio de 2025.
Compañero Miguel Díaz-Canel Bermúdez, Primer Secretario del Comité Central del Partido y Presidente de la República,
Miembros de la presidencia,
Queridos Embajadoras y Embajadores designados y sus familiares,
Compañeras y compañeros,
Como es ya tradición, hoy nos convoca nuevamente esta ocasión especial, en que 13 cubanas y 31 cubanos han firmado el Juramento como Jefas y Jefes de misiones diplomáticas de Cuba en el exterior.
Nos llena de orgullo y nos honra que hoy, esta ceremonia haya sido el escenario para condecorar a destacados colegas, lo que la hace más especial aún.
Rendimos homenaje póstumamente a dos compañeros que fueron maestros de varias generaciones de diplomáticos y prestigian a la diplomacia cubana, tanto en nuestro país como más a allá de nuestras fronteras: Giraldo Mazola Collazo y Abelardo Moreno Fernández, quien fuera condecorado el pasado mes de mayo; en ambos casos, por sus trayectorias relevantes y sus aportes extraordinarios a la política exterior de Cuba, y por toda una vida de compromiso y entrega a la Patria y la Revolución.
Reconocemos también a un grupo de valiosos compañeros, por el desempeño y los resultados notables exhibidos a todo lo largo de su carrera diplomática, por la destacada labor en foros multilaterales y en procesos de negociación internacional, y por la firmeza, valentía y disciplina con que realizaron su trabajo en condiciones de guerra en el Líbano y Siria, y de crisis en Haití.
Ustedes enaltecen a nuestro ministerio por su hoja de servicios a la Patria.
Queridos Jefas y Jefes de Misión,
No hay más alto honor para un funcionario diplomático de nuestro país que ser designado Embajador de la Revolución Cubana.
Al juramentarse para este cargo, están asumiendo la gran responsabilidad y el compromiso supremo de representar a la Revolución y a nuestro aguerrido y heroico pueblo, y de contribuir a la continuidad de la tradición diplomática revolucionaria cubana, forjada a lo largo de ya casi 160 años de lucha por nuestra independencia y soberanía.
De José Martí, quien dedicó su corta y valiosa vida a la lucha por la liberación de Cuba del colonialismo español, y adelantadamente nos alertó sobre las apetencias y pretensiones de dominación del naciente imperialismo estadounidense, los cubanos aprendimos desde muy temprana edad a amar a esta tierra y el deber de defenderla al precio de los mayores sacrificios. Esta ha sido y es la primera misión de los diplomáticos cubanos: defender la Patria, su independencia, su soberanía, su derecho a la libre determinación.
De forma certera y preclara, Martí definió la política –y me permito hacerlo extensivo a la política exterior– como “el arte de inventar un recurso a cada nuevo recurso de los contrarios, de convertir los reveses en fortuna; de adecuarse al momento presente, sin que la adecuación cueste el sacrificio o la merma importante del ideal que se persigue; de cejar para tomar empuje; de caer sobre el enemigo, antes de que tenga sus ejércitos en fila, y su batalla preparada”. En el pensamiento de nuestro Héroe Nacional, ustedes y todos los diplomáticos cubanos tenemos una invaluable guía de actuación en la arena internacional, una de las principales y estratégicas trincheras de defensa de la Revolución.
Del Canciller de la Dignidad, Raúl Roa García, quien, según muchos de sus contemporáneos, interpretó como pocos las concepciones de la política exterior pensada por Fidel, recibimos valiosas enseñanzas: la firme y ardiente defensa permanente de la Revolución, de la dignidad de Cuba y de los países y pueblos de Nuestra América y del Tercer Mundo frente a las arremetidas del imperialismo; y también la ética, la humildad y la modestia que deben regir la conducta de los diplomáticos.
Compañeros que trabajaron cercanamente a Roa recuerdan una frase que repetía cada vez que se le felicitaba por el éxito obtenido en alguna de las batallas épicas que libró con su singular verbo encendido en el campo diplomático: “El mérito no es mío, es de la Revolución cubana que yo represento”. Roa fue y es paradigma para los diplomáticos revolucionarios de todos los tiempos; para ustedes, que en su labor diaria deberán tener presente su máxima de que el mérito es de la Revolución, como él mismo dijera, de “la Revolución que trajo el pueblo, del brazo de Fidel”.
El Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, principal artífice de la política exterior de la Revolución; estratega y protagonista de los grandes combates y las muchas victorias de Cuba en las trincheras de la diplomacia durante casi sesenta años, nos legó los principios que guían hasta hoy la actuación internacional de nuestro país. De él aprendimos que debemos actuar siempre con toda la firmeza necesaria, ser flexibles cuando sea conveniente y justo, y no hacer concesiones ni negociar los principios.
Recae sobre ustedes, como diplomáticos revolucionarios, la enorme responsabilidad de ser leales a su valioso legado, defender en cada escenario externo la soberanía y la paz, enarbolar las banderas del antimperialismo y el internacionalismo, promover la solidaridad y la cooperación, luchar sin descanso por un orden mundial justo y equitativo. Tienen también el deber de incorporar permanentemente las bases fundacionales de nuestra política exterior al ejercicio cotidiano de la profesión.
Qué mejor homenaje a la vida, obra y pensamiento de nuestro Comandante, cuando estamos a pocas semanas del inicio de la jornada conmemorativa por el centenario de su natalicio, que difundir sus aportes imperecederos a la diplomacia revolucionaria y militante de Cuba, y su papel protagónico y determinante en el diseño, construcción y promoción de los principios de nuestra política exterior, que colocaron a esta pequeña isla en el mapa de los principales acontecimientos mundiales, le han ganado el respeto, la autoridad, el prestigio y el reconocimiento de la comunidad internacional.
El General de Ejército Raúl Castro, con su inagotable optimismo y convicción de que, por difíciles que sean las circunstancias y por grandes que sean los desafíos, “¡sí se pudo, sí se puede y siempre se podrá!”, es fuente de inspiración para los diplomáticos cubanos, que, siguiendo su ejemplo de entrega absoluta a la causa revolucionaria, tenemos que estar prestos, “con el pie en el estribo, para defender a la Patria, a la Revolución y al socialismo”.
Queridos Jefas y Jefes de Misión,
En las circunstancias extraordinariamente difíciles que vive Cuba en la actualidad, en que todos debemos crecernos para hacer frente a los gigantescos desafíos y los peligros que nos acechan, esperamos que ustedes se apropien de este rico acervo histórico, de las enseñanzas y el legado de nuestros héroes, mártires y líderes para que la diplomacia revolucionaria, heredera de las más ricas tradiciones de lucha de nuestro país, siga siendo, como dijera el Canciller de la Dignidad, “trinchera de Cuba y escudo diplomático de la Revolución en el exterior”.
Se espera de ustedes que defiendan decididamente la soberanía e independencia de la Patria, bajo renovado asedio y ataque feroz del imperialismo, que no desiste de su aspiración a retomar el control sobre los destinos de nuestro país; que alcen la voz firme de Cuba a favor de las causas justas; que promuevan activamente la paz, la cooperación y la solidaridad; que denuncien y combatan incansablemente todo acto de agresión y genocidio, cualquier atropello e injusticia y toda forma de discriminación; que lleven la verdad sobre nuestro país a todos los rincones del mundo; que sigan contribuyendo incansablemente a los esfuerzos de Cuba por un mundo mejor; que junto a sus familiares, que son parte inseparable del Servicio Exterior cubano y sin cuya entrega no les sería posible cumplir su honrosa tarea, sean portadores de los mejores valores del pueblo cubano; y que nunca traicionen la confianza que la Revolución y el pueblo en la diplomacia cubana.
Es menester reiterar que, con su designación, ustedes están asumiendo el inmenso compromiso de representar, en cada en cada uno de los países donde estarán acreditados, al digno, valiente, abnegado y patriótico pueblo cubano, que ha sido el protagonista principal de las gestas heroicas de la Revolución, y al que deben lealtad infinita.
Me permito tomar prestada, para concluir, una estremecedora frase del discurso que el presidente Díaz-Canel nos ofreciera en diciembre pasado, en ocasión del 65 aniversario de nuestro ministerio: “No olviden jamás que representan a un pueblo bloqueado criminalmente por seis décadas, que ha sabido resistir sin renunciar a crear un horizonte de esperanza para los desposeídos. Y que, para millones en el mundo, en especial para los que luchan y sueñan con la justicia y la verdadera libertad de los pueblos, que es en definitiva soñar y luchar por un mundo mejor posible, Cuba ha sido y sigue siendo referente de dignidad”.
¡Viva Cuba Libre!
¡Hasta la Victoria Siempre!
¡Patria o Muerte, Venceremos!
(EmbaCubaEslovaquia-Cubaminrex)