I
Con cadenas de injusticia
quieren rendir a la isla,
pero el odio se desliza
ante el fuego que no avisa.
Cada mano que eterniza
su bandera en la alborada,
rompe el cerco, la emboscada,
del imperio en su arrogancia;
porque Cuba, en su constancia,
nunca fue doblegada.
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II
El bloqueo es el puñal
de un poder que no tolera,
ver que una tierra sincera
no se incline ante su mal.
Mas el pueblo tropical
con decoro y con razón,
al dolor pone canción,
al castigo pone flores;
sus heridas son clamores
que despiertan la nación.
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III
En hospitales humildes,
se cura con dignidad,
y con fe y solidaridad
se levantan sus perfiles.
Los caminos más difíciles
los recorre con ternura,
pues su fuerza más pura
no es el oro ni el poder,
sino el noble amanecer
de su humana arquitectura.
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IV
De la Habana hasta Santiago
suena el canto libertario,
que denuncia el escenario
del bloqueo vil y amargo.
Mas del odio hace un halago,
del castigo, valentía,
y convierte cada día
la escasez en esperanza,
porque en Cuba la enseñanza
vence toda tiranía.
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V
Mientras el mundo contempla
el abuso imperialista,
Cuba alza su voz artista,
y la historia la sustenta.
Su ejemplo, llama que enfrenta
al sistema que devora;
y aunque el norte la demora
con sanciones y mentira,
su decoro no se retira,
su bandera no se implora.
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VI
Y al final, la humanidad
verá brillar su camino,
porque el sueño más divino
es vivir en libertad.
Ni bloqueo, ni maldad,
ni soberbia, ni amenaza,
romperán la firme raza
que en el Caribe resiste;
pues el alma que persiste
hace patria y hace casa.
El autor de este poema es el doctor Leopoldo León, miembro de la Brigada Médica Cubana en Guatemala