Palabras de Sergio González González, embajador de Cuba en Perú, en homenaje a los profesionales de la salud peruanos caídos en el combate contra la COVID-19
"Al fin de la batalla,
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
y le dijo: “No mueras; ¡te amo tanto!”
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Se le acercaron dos y repitiéronle:
“!No nos dejes! ¡valor! ¡vuelve a la vida!”
pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil
clamando: “¡Tanto amor y no poder nada contra la
muerte!”
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Le rodearon millones de individuos
con un ruego común: “¡Quédate, hermano!”
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Entonces todos los hombres de la tierra
le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado;
incorporóse lentamente,
abrazó al primer hombre; echóse a andar…"
Lamentablemente la profecía de Vallejo todavía no se cumple, como ha quedado demostrado durante la pandemia de COVID-19. Hay mucho de egoísmo y mezquindad entre una parte no despreciable de los círculos de poder, que impide la realización de la solidaridad universal; pero hay una avanzada de hombres y mujeres, millones de individuos con gran entereza moral y la voluntad común de salvar vidas. Entre ellos están los 250 compatriotas de la Patria Grande peruana que estas imágenes recuerdan. Entre ellos están el Dr. José Paredes Abanto, de la Séptima Promoción de graduados de la ELAM, Escuela Latinoamericana de Medicina de La Habana, el Dr. Pavel Cervantes Cavero, de la Sexta Promoción; y la Dra. Hilber Montoya Culquimbos, de la Promoción de 1996; hermanos entrañables formados en los profundos valores humanistas de la Revolución cubana.
A ellos hemos venido a rendir homenaje la misión diplomática cubana y una representación de las 4 brigadas del contingente Henry Reeve, en vísperas de su regreso a la Isla, después de cumplir exitoso desempeño durante medio año. También ellos son parte de ese destacamento humano de avanzada que se afana en la construcción de un mundo justo y mejor.
Ellos atendieron 115,849 casos, realizaron 239,720 procederes de enfermería y salvaron 627 vidas, en los 6 hospitales de 4 regiones en que laboraron.
Ellos supieron sobreponerse con entereza y dignidad impar a las mentiras y ataques de la derecha cavernaria, que acató jubilosa el llamado del círculo áulico de la Casa Blanca de “destruir el mito de la medicina cubana”.
Aquí está una representación del contingente Henry Reeve que regresa. Aquí están los supuestos esclavos, los supuestos espías, los supuestos perseguidos por una corte de funcionarios gubernamentales. Invito a las cámaras a que registren sus rostros y verifiquen si reflejan dolor o sufrimiento por el regreso a la esclavitud o, por el contrario, encuentran en esas recias miradas insondables el agradecimiento por haberles permitido ayudar a un pueblo hermano y la satisfacción infinita por el deber cumplido, que enorgullece aún más a la Patria que mañana los espera.
¡Hasta La Habana, compatriotas! ¡O si se quiere, hasta Oslo! ¡A por el Nobel! ¡Hasta la victoria siempre!