Moscú, 9 de mayo. Este viernes, tuvo lugar en la Plaza Roja del Kremlin, como en toda Rusia, la celebración por los 80 años de la Gran Victoria sobre el fascismo durante la Gran Guerra Patria. Junto al Presidente de la Federación de Rusia, Vladimir Putin, estuvieron presentes en el acto de Moscú una treintena de mandatarios; entre ellos, el Presidente de la República de Cuba, Miguel Díaz-Canel Bermúdez.
17 mil 500 militares desfilaron en la ceremonia de celebración que, desde 1995, se realiza cada año. Pórtico imprescindible fueron las palabras de Vladimir Putin, quien comenzó saludando a todos desde su discurso: a los ciudadanos de Rusia, a los “queridos veteranos”, a los invitados, a los camaradas soldados y marineros, a los sargentos y suboficiales, a los guardiamarinas y suboficiales, a los “camaradas oficiales, generales y almirantes”.
A todos, el Presidente los felicitó por el aniversario 80 de la Victoria en la Gran Guerra Patria. Y seguidamente afirmó: “Hoy, todos estamos unidos por sentimientos de alegría y tristeza, orgullo y gratitud, y admiración por la generación que aplastó al nazismo y que, a costa de millones de vidas, conquistó la libertad y la paz para toda la humanidad”.
El mandatario destacó que ellos conservan fielmente la memoria de los acontecimientos históricos y triunfales: “Como herederos de los vencedores -enfatizó- celebramos la fiesta del 9 de mayo como nuestra, como la fiesta más importante para el país, para la nación entera, para cada familia, para cada uno de nosotros”.
En un mensaje bien claro al mundo, el Presidente aseveró que Rusia ha sido y será una barrera indestructible contra el nazismo, la rusofobia y el antisemitismo, y que luchará contra las atrocidades cometidas por los defensores de estas ideas agresivas y destructivas.
Putin lucía una de esas cintas naranjas en su solapa. Al concluir su discurso, comenzó un marcial y colorido desfile. Las primeras fuerzas fueron los combatientes de la Operación Militar Especial, en cuyo grupo había 24 Héroes de Rusia. Después tocó el turno a las academias militares; y siguieron las distintas agrupaciones de las fuerzas terrestres, navales y aéreas. A cargo de la técnica blindada de combate estuvo el cierre. Y entonces los jefes de Estado presentes acompañaron a Putin hasta el Jardín de Alejandro, para colorar allí una ofrenda floral en la Tumba del Soldado Desconocido.
Se sabe que allí hay enterrado un combatiente anónimo, y que por eso es el símbolo de todos los que ofrendaron sus vidas sin dejar nombres, sin dejar rostros, estoicamente, en pos de sus semejantes.
Este viernes hubo un inolvidable Desfile. Y más allá de los colores y de la marcialidad, el planeta recibió el mensaje de que un pueblo gigante, el soviético, fue capaz de detener la maquinaria nazista de la muerte. El desfile hizo pensar en la gratitud, y en la necesaria memoria histórica sin la cual no podría saberse de qué lado están los principales héroes. (Embacuba Rusia-Prensa Latina)