Moscú, 18 de abril.- Este día se cumplen 116 años del nacimiento en el habanero barrio de La Víbora de Raúl Roa García, un cubano con una trayectoria tan rica y profunda, capaz de convertirlo en uno de los pensadores políticos más importantes del pasado siglo, con un legado social imprescindible para estos tiempos.
Al triunfo de la Revolución cubana, el Comandante en Jefe Fidel Castro tuvo en él un intérprete idóneo de sus concepciones sobre la diplomacia revolucionaria. Roa fungió primero como embajador de la Isla en la Organización de Estados Americanos (OEA) y luego como Ministro de Estado, lo que pasaría a ser más adelante, Ministro de Relaciones Exteriores, cargo que ocupó hasta 1976.
En su papel de ejecutor de la política exterior de la Revolución cubana, llevó a todos los confines del mundo la voz de una Cuba independiente, la voz de un país que transformó su actitud plegada a los intereses norteamericanos en una política de principios, siempre en la defensa de causas justas y nobles.
Le cupo a Roa, asimismo, ser el artífice de la integración de Cuba al Movimiento de Países No Alineados desde su fundación, presidir la Primera Conferencia Tricontinental (La Habana, enero de 1966), encaminada a la lucha por la independencia de los pueblos de Asia, África y América Latina, y denunciar el Apartheid y la guerra contra Vietnam en diversos foros internacionales.
La obra que, para Cuba, nuestra América y el mundo, dejó el verbo y la acción del Canciller de la Dignidad, heredera del espíritu mambí que corría por su sangre, conjugó su vanguardia intelectual y política con la energía vital, el brillante y potente intelecto y, sobre todo, la pasión revolucionaria de su incansable trabajo.
