La unidad del pueblo cubano ha sido siempre el pilar fundamental de la Revolución. Hace 30 años, el 2 de abril de 1990, nuestro eterno Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz, se reuniría con 70 representantes de iglesias protestantes, evangélicas y de la Comunidad Hebrea, para aunarlos en el propósito de construir juntos una nación mejor.
Ahora, los creyentes de Cuba, fieles al principio de unidad fortalecido desde entonces, se suman al enfrentamiento de la COVID-19: confeccionan nasobucos, proveen agua purificada a comunidades marcadas por la escasez del líquido, y cierran los templos para estimular a las personas a permanecer en sus casas, comentó el secretario ejecutivo del Consejo de Iglesias de Cuba, Joel Ortega Dopico.
En la década de los 80 y 90, el Comandante en Jefe desarrolló un fuerte activismo en función de establecer un diálogo sólido entre la comunidad religiosa y la dirección de la Revolución.
En sus visitas por varios países de América Latina como Chile, Jamaica y Brasil, donde se reunió con diferentes comunidades de base religiosa, Fidel avizoró la importancia de crear una alianza estratégica entre creyentes y no creyentes en el continente.
En 1984, ya Fidel se había reunido con un grupo más pequeño de líderes religiosos y siempre mantuvo un vínculo con el sector, por lo que la reunión de 1990 abrió las puertas al diálogo entre las instituciones religiosas, la sociedad y el Estado, en el nuevo momento que vivía el país, destacó Dopico.
Ser religioso no es un inconveniente para ser revolucionario
«Para Fidel el hecho de ser religioso no era un inconveniente para ser revolucionario. Él destacó la importancia de que las personas religiosas se identificaran con la Revolución», rememora el Reverendo Raúl Suárez Ramos, pastor bautista, y director y fundador del Centro Martin Luther King.
Destaca que esos creyentes, quienes eran también revolucionarios, habían sobrevivido a la discriminación, la pasaron por alto y no la identificaron con la Revolución; por el contrario, fueron leales al proceso histórico de cambios que vivía la nación.
Aquel día se estableció una gran alianza entre la Revolución y los creyentes, que se evidenciaría luego en las formas en que los religiosos apoyarían este proceso social a través de la ayuda a los hogares de ancianos, de la obra social en la comunidad con jóvenes y niños, del apoyo a la lucha por el regreso de los Cinco Héroes y de Elián, precisa Dopico.
Durante el 4to. Congreso del Partido Comunista (PCC), realizado en la oriental provincia de Santiago de Cuba en el año 1991, se eliminó cualquier interpretación de sus estatutos que impidiera a un revolucionario de vanguardia, en función de sus creencias religiosas, ser procesado y admitido en este.
La reunión de abril del 90 fue parte de un proceso que ha continuado. Durante su discurso en la Segunda Sesión Extraordinaria de la ix Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular, el General de Ejército y Primer Secretario del pcc, Raúl Castro Ruz, se refirió a la importancia de la participación de las entidades religiosas en la producción y el rescate de los valores en la sociedad cubana.
El actual Presidente cubano, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, también ha mantenido el vínculo con los líderes religiosos mediante encuentros con James E. Winkler, secretario general del Consejo Nacional de las Iglesias de Cristo de Estados Unidos; Rudelmar Bueno de Faria, secretario general de la Alianza Conjunta de las Iglesias; así como con el presidente y el secretario del Consejo de Iglesias de Cuba, Antonio Santana Hernández, y Joel Ortega Dopico.
Entre otras personalidades que ha recibido se encuentran el intelectual y teólogo brasileño Frei Betto, además de los cardenales Ángelo Becciu y Thimothy Dolan, prefecto para la Congregación para la Causa de los Santos, y Arzobispo de Nueva York, respectivamente.
Tres épocas bajo liderazgos diferentes se aúnan en un propósito común: la unidad en torno al proyecto social cubano; ese que, con la aprobación de la nueva Constitución de la República, alcanza un carácter más inclusivo, fruto también de los diálogos sostenidos a lo largo del tiempo entre los religiosos cubanos y el Gobierno.