La Helms-Burton: una ley contra el mundo
Cuando a fines de 1991 desapareció la Unión Soviética y se desmoronó el sistema socialista en Europa del Este, la administración norteamericana dio por descontado que Cuba caería en sus manos como una pera madura. Pensaba que mucho más temprano que tarde La Habana se vería rebasada por sus dificultades; y que el pueblo, desesperado y abatido por la crisis, daría la espalda a la Revolución surgida en la patria de Martí desde enero de 1959. Todos sus cálculos indujeron a Washington a considerar inminente la restauración del capitalismo en Cuba. Nada de eso ocurrió.