La invasión mercenaria de abril de 1961 fue un fracaso. Se acabó, en efecto, en menos de 72 horas, aunque cobró la vida de valiosos hijos de la Patria, combatientes y civiles.
Hoy se sabe que desde el punto de vista estratégico la idea de la operación no fue un desacierto. El error fue de cálculo, y echó por tierra sus aspiraciones: subestimaron el espíritu patriótico y la dignidad de los cubanos.