Estimados embajadores, distinguidos colegas:
Desde el pasado 2 de mayo, con la activación de los Títulos III y IV de la Ley Helms-Burton, el Gobierno de los Estados Unidos puso en vigor nuevas medidas agresivas contra Cuba, como parte de su política de recrudecimiento del bloqueo económico, comercial y financiero que mantiene contra mi país desde hace 57 años.
La ley Helms-Burton, desde su entrada en vigor en 1996, ha procurado universalizar la aplicación extraterritorial del bloqueo a Cuba, mediante el uso de presiones ilegales de Estados Unidos contra terceros países, sus gobiernos y sus empresas. Dicha ley persigue asfixiar la economía cubana. Según su propia letra, pretende imponer en Cuba un gobierno que responda a los intereses de los Estados Unidos.
A pesar de la aprobación en 1996 de dicha ley, todas las administraciones estadounidenses desde entonces han suspendido la aplicación de sus Títulos III y IV, debido a los daños que ello ocasionaría a los intereses corporativos de ese país y la fuerte oposición de la comunidad internacional a su implementación, incluidos de sus aliados más cercanos, teniendo en cuenta su ilegal alcance extraterritorial.
Queridos colegas,
El Título III de la Ley Helms-Burton permite entablar acciones legales en tribunales estadounidenses contra entidades cubanas y extranjeras, y contra empresarios de terceros países que hayan invertido o tengan negocios de algún tipo que involucren bienes o propiedades nacionalizados por Cuba.
El Título IV, tiene por objeto impedir el ingreso a los Estados Unidos de aquellos directivos de empresas, y sus familiares, que invierten legalmente en Cuba en las propiedades que fueron nacionalizadas.
La Ley Helms Burton descansa sobre dos mentiras fundamentales: la noción de que las nacionalizaciones llevadas a cabo poco después del triunfo revolucionario de enero de 1959 fueron ilegítimas o indebidas, y el hecho de que Cuba constituye una amenaza a la seguridad nacional de los Estados Unidos.
Las nacionalizaciones cubanas se llevaron a cabo amparadas por leyes, con estricto apego a la Constitución de nuestro país y en conformidad con el Derecho Internacional. Todas las nacionalizaciones contemplaron procesos de compensación justa y adecuada, que el gobierno de los Estados Unidos se negó a considerar. Cuba alcanzó y honró acuerdos globales de compensación con otras naciones que hoy invierten en Cuba como España, Suiza, Canadá, Reino Unido, Alemania y Francia.
Cuba en todo momento ha estado dispuesta y abierta al diálogo. Hemos reiterado nuestra voluntad de buscar una solución a las reclamaciones y a las compensaciones mutuas. Sin embargo, nuestro gobierno y nuestro pueblo no entablarán negociaciones que impliquen renunciar a nuestros principios y al derecho soberano de elegir nuestro propio camino.
La Ley Helms-Burton es ilegal e inaplicable. Por consiguiente, Cuba considerará nula toda reclamación amparada en dicha Ley por parte de cualquier persona natural o jurídica, sea cual fuera su ciudadanía o nacionalidad.
Estimados colegas,
La ley Helms Burton contraviene la Carta de las Naciones Unidas y los preceptos del Derecho Internacional, incluidos los preceptos de la Organización Mundial del Comercio. Pretende reservar los bienes económicos de Cuba para los intereses de las grandes empresas transnacionales estadounidenses, y dañar aún más las relaciones legítimas de Cuba con sus socios de cualquier parte del mundo.
Cada año la Asamblea General, en consonancia con la Carta de las Naciones Unidas, ha expresado su rechazo de manera prácticamente unánime a esta ilegal y absurda política, con su apoyo a la resolución que pide el fin del bloqueo de los Estados Unidos contra Cuba. Por ello, el pueblo de Cuba siempre les guarda eterna gratitud.
Cuba es un pequeño estado insular en desarrollo, de vocación pacifista, dedicado a mejorar el nivel de vida de su pueblo y que aboga por buenas relaciones de convivencia entre sus vecinos, basadas siempre en el respeto mutuo y la no injerencia en los asuntos internos. No tenemos ejércitos ni soldados emplazados alrededor del mundo. Brindamos nuestros conocimientos y recursos humanos a quienes lo solicitan. Cuba no es y no será nunca una amenaza a la seguridad nacional de los Estados Unidos.
Las nuevas medidas del gobierno de los Estados Unidos contra Cuba imponen obstáculos adicionales a nuestros objetivos de desarrollo y con ello al cumplimiento de la Agenda 2030. No obstante, esto, Estados Unidos continuará fracasando en su objetivo de someter por la fuerza la voluntad soberana de los cubanos y nuestra determinación de construir un socialismo próspero y sostenible.
Queridos colegas,
Quiero concluir reiterándoles el compromiso de Cuba con el Grupo de los 77 más China, sus principios y valores.
Muchas gracias.