Señor Presidente:
Cuba se adhiere a la intervención realizada por Pakistán en nombre del Grupo de los 77 más China, y desea realizar la siguiente intervención en su capacidad nacional.
Agradezco al Presidente de la Asamblea General por la convocatoria a este diálogo interactivo informal sobre los mercados de productos básicos, en seguimiento de lo dispuesto en la resolución 76/194 de la Asamblea General.
El tema que nos reúne hoy, adquiere particular relevancia en un contexto en el que las perspectivas no son alentadoras. La caída de las exportaciones, la inestabilidad en los precios de los productos básicos, la disminución de la inversión extranjera directa, los niveles insostenibles de endeudamiento y las fugas de capital, dificultan la capacidad de muchos de nuestros países para mantener reservas de divisas elevadas y limitan el espacio fiscal que requerimos para financiar la respuesta a la COVID-19.
Las restricciones fiscales, a las que se enfrentan los países en desarrollo, impide a los gobiernos tomar medidas públicas para apoyar a su población a superar la pandemia, incentivar la producción económica y al mismo tiempo, invertir recursos en infraestructura complementaria, tecnología, innovación e importación de bienes de capital para diversificar su economía y no depender exclusivamente del sector de productos básicos.
La tecnología y la innovación desempeñan cada vez más un papel fundamental en el proceso de transformación y diversificación económica.
La mayoría de los países en desarrollo, no obstante, se encuentran remotamente alejados de tener estos niveles de desarrollo tecnológico, que les permita reducir su dependencia de la exportación de productos básicos e insertarse con más competitividad en el mercado global.
Es necesaria una reforma en las cadenas de valor internacionales, controladas generalmente por empresas transnacionales, que permita a los países en desarrollo alcanzar un mayor grado de industrialización de sus productos. Esto resulta fundamental para el progreso de nuestras naciones y así superar las barreras del subdesarrollo, heredadas en gran medida por un pasado colonial.
Los países industrializados tienen el deber moral, los medios financieros y tecnológicos y la responsabilidad histórica de incrementar la cooperación con los países en desarrollo y contribuir decisivamente a la creación de un entorno internacional propicio al desarrollo sostenible.
Ante este panorama, queda claro que es imprescindible transformar el injusto orden económico internacional y las desiguales relaciones de producción y comercio existentes.
Señor Presidente:
Debemos rechazar las prácticas proteccionistas y discriminatorias en el comercio que obstaculizan los esfuerzos de desarrollo de nuestros países. Cuba rechaza fuertemente la aplicación de medidas económicas coercitivas unilaterales, incompatibles con el derecho internacional y la Carta de las Naciones Unidas, que dificultan el cumplimiento de la Agenda 2030. Estas medidas ilegales e inhumanas, impiden a nuestros países insertarse en los mercados internacionales, entre ellos los de los productos básicos, en igualdad de condiciones, de forma justa e inclusiva.
En el caso de mi país, resistimos desde hace seis décadas, un severo bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los EE.UU., que provoca grandes privaciones al pueblo cubano y constituye el principal obstáculo para el desarrollo de mi país. Esta política impide que Cuba mantenga relaciones normales con instituciones financieras internacionales y las empresas de otros países, que acceda en igualdad de condiciones a las mejores tecnologías y pueda establecer con normalidad relaciones de comercio, financiamiento o inversión con el mundo.
Sr. Presidente,
Cuente con el apoyo de Cuba para impulsar iniciativas que permitan encontrar soluciones a la desigualdad en el mercado de los productos básicos y a la dependencia de los países en desarrollo a los mismos.
La humanidad cuenta hoy con conocimientos, tecnologías y fondos suficientes para poner fin a la pobreza extrema y alcanzar un crecimiento económico sostenido e inclusivo de todos los países del mundo, solo se necesita de una voluntad política real, que no se quede en palabras para lograrlo.