Excelencias, estimados participantes:
Mañana celebraremos el Día Internacional para el Diálogo entre Civilizaciones, una encomiable iniciativa que promueve el diálogo, la paz, el respeto mutuo, la tolerancia y la cooperación. Un día para tender puentes entre culturas y religiones.
Cuba se honra de haber formado parte del grupo de países que presentó esta iniciativa el pasado año, bajo el liderazgo de China, a quien hacemos llegar nuestra especial felicitación en tan importante fecha.
Agradecemos también el apoyo del Alto Representante para la Alianza de Civilizaciones de las Naciones Unidas, Miguel Ángel Moratinos, en este empeño común.
Vivimos en un mundo convulso, marcado por la proliferación de guerras y el auge de la intolerancia. En este escenario, el diálogo entre civilizaciones es una poderosa herramienta que debemos seguir promoviendo.
No puede haber desarrollo ni justicia social sin un entorno que respete las legítimas diferencias entre naciones, culturas y civilizaciones. Por eso nos preocupa el avance de ideas supremacistas, discursos de odio, xenofobia, islamofobia, particularmente en países desarrollados, amparados en un ejercicio irresponsable de la libertad de expresión.
Es inaceptable que algunas religiones y culturas sean etiquetadas como un peligro para la humanidad y para la seguridad nacional de otros países; o que se intente ponderar el valor de unas culturas o civilizaciones sobre otras; o que se ignore la rica diversidad cultural de los pueblos.
La imposición continuada de medidas coercitivas unilaterales no sólo contraviene flagrantemente el derecho internacional, sino que representa una afrenta a una verdadera cultura de paz.
Estimados colegas:
Cuba es un país amante de la paz. Sobre la base de una profunda vocación humanista, nuestro país ha promovido la solidaridad y la cooperación, particularmente entre los pueblos del Sur, como valores indispensables para enfrentar los desafíos del injusto y desigual orden internacional actual.
Lo hemos hecho desde la convicción de compartir lo que tenemos y no lo que nos sobra, superando los obstáculos que plantean el recrudecido bloqueo estadounidense y la infame inclusión de Cuba en la lista de países supuestamente patrocinadores del terrorismo.
Nos complace haber podido apoyar, a lo largo de los años, a cientos de países y a millones de personas, en sectores sensibles como la salud, la educación, la construcción, la energía, la reducción del riesgo de desastres, entre otros.
Desde 1963, más de 600.000 profesionales de la salud cubanos hayan colaborado en 165 países, la inmensa mayoría de ellos en el mundo en desarrollo. Durante el enfrentamiento a la COVID-19, mientras algunos países desarrollados demostraban un brutal egoísmo, 56 brigadas médicas cubanas apoyaron los esfuerzos de recuperación de 40 países y territorios.
En este contexto, rechazamos en los términos más enérgicos la feroz e inmoral arremetida del gobierno de Estados Unidos, en particular de su Secretario de Estado, contra los programas de cooperación médica de Cuba, la mayoría de ellos en países en desarrollo.
Las actividades solidarias de Cuba están en plena consonancia con los principios de la Cooperación Sur-Sur y las normas internacionales de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS). Se basan en acuerdos intergubernamentales entre Cuba y los países receptores, con pleno respeto a la soberanía y los asuntos internos de cada país. Por lo tanto, la postura del gobierno estadounidense contra la cooperación internacional cubana es inaceptable. No conseguirán mellar el enorme orgullo que representan los médicos cubanos para nuestra nación y otras naciones necesitadas del mundo.
A pesar de las amenazas, chantajes y presiones, el espíritu de solidaridad y cooperación de Cuba se mantendrá inalterable, así como la determinación de continuar trabajando por un país mejor y un mundo más justo para todos.
Muchas gracias.