Intervención del Embajador Ernesto Soberón Guzmán, Representante Permanente de Cuba ante las Naciones Unidas, en la Tercera Reunión de Estados Parte del Tratado sobre la Prohibición de Armas Nucleares.

Señor Presidente:

Lo felicitamos por haber asumido la gran responsabilidad de presidir esta Tercera Reunión de Estados Partes del Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares (TPAN). Felicitamos también a los vicepresidentes electos.

Hemos avanzado en la institucionalización del Tratado desde su entrada en vigor y tras sus dos reuniones previas de Estados Partes. Nos corresponde, en esta ocasión, adoptar decisiones que consoliden nuestros avances y contribuyan a la promoción del Tratado. Cuenten con Cuba en ese empeño.  

Arribamos a esta cita a pocos meses de que se cumplan 80 años de las atrocidades cometidas en Hiroshima y Nagasaki en 1945. Las bombas nucleares lanzadas por Estados Unidos sobre esas ciudades japonesas no solo acabaron con cientos de miles de vidas, sino que dejaron un legado de sufrimiento y destrucción que perdura hasta hoy. Escuchamos los testimonios de algunos sobrevivientes, que complementan la evidencia científica.

Sin embargo, las lecciones de aquel horror siguen siendo ignoradas ante la continua modernización de las armas nucleares, lo que añade preocupaciones a la luz de nuevas aplicaciones de tecnologías emergentes. Al propio tiempo, se entronizan doctrinas militares basadas en la disuasión nuclear y se siguen derrochando exorbitantes recursos en la carrera armamentista, lo que se observa en el incremento alarmante del gasto militar mundial por noveno año consecutivo. Muchos de estos recursos se destinan al mantenimiento y perfeccionamiento de los arsenales nucleares, en lugar de dedicarse a garantizar una vida digna para todos los seres humanos y alcanzar el desarrollo sostenible.

El TPAN es un faro de esperanza en este sombrío panorama. Como el primer instrumento jurídico internacional que prohíbe categóricamente las armas nucleares en toda circunstancia, representa un avance sin precedentes en la lucha por el desarme nuclear.  El alcance de este instrumento, que complementa la arquitectura global de desarme, se amplía al recibir nuevas firmas y ratificaciones, en tanto cada uno de estos ejercicios contribuye a la deslegitimación definitiva de las armas nucleares. De ahí que nos complace especialmente dar la bienvenida, en esta ocasión, a Indonesia, Sao Tomé y Príncipe, Sierra Leona e Islas Salomón como Estados Partes del Tratado.

Aspiramos a la universalización de este instrumento con la mayor urgencia. Reconocemos, con orgullo, la contribución de América Latina y el Caribe a dichos esfuerzos. Nuestra región, proclamada Zona de Paz y pionera en establecer una Zona Libre de Armas Nucleares en un área densamente poblada, cuenta con la mayor cantidad de Estados que son Parte del TPAN.

Señor Presidente:

El peligro inminente de reeditar los bombardeos nucleares en Hiroshima y Nagasaki continuará latente en tanto no sean eliminadas de forma transparente, completa, irreversible y verificable las más de 12 mil armas nucleares que aún existen en el mundo. La mera existencia de estas armas constituye una amenaza permanente a la vida en el planeta. Como advirtió en numerosas ocasiones el líder histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro Ruz, esta amenaza solo desaparecerá con la eliminación total de esas armas.

En el marco de las celebraciones por el 80 aniversario de la fundación de las Naciones Unidas, insistimos en el desarme nuclear como una tarea urgente e imperativa. Deben cumplirse estrictamente las obligaciones contraídas en virtud de los acuerdos internacionales sobre desarme y no proliferación nuclear y respetarse los compromisos globales en ese sentido. No podemos permitirnos retroceder en ese empeño, sino solo avanzar. En consecuencia, llamamos a redoblar los esfuerzos para lograr la eliminación total de las armas nucleares, por el bien de las generaciones presentes y futuras. El desarme nuclear es una cuestión de supervivencia.

Muchas gracias.