Intervención del Representante Permanente de Cuba ante las Naciones Unidas, Embajador Ernesto Soberón Guzmán, en evento del G77 y China para celebrar el Día Internacional de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación para el Sur.

Excelencias, distinguidos delegados, colegas del Sur Global:

Hace dos años, nos reunimos en La Habana para debatir sobre el papel de la ciencia, la tecnología y la innovación para hacer frente a los retos del Sur. Como impulso a estos esfuerzos, decidimos declarar el 16 de septiembre como el Día Internacional de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación para el Sur.

Hoy, más que nunca, el Sur Global enfrenta retos colosales: crisis alimentarias, cambio climático, pandemias, la creciente brecha entre el Norte y el Sur y una arquitectura financiera internacional que continúa limitando nuestras posibilidades de acceso justo al conocimiento, la tecnología y los recursos. En este contexto, menos del 2% de la ya deficiente Ayuda Oficial al Desarrollo, se ha dedicado a capacidades de ciencia, tecnología e innovación[1].

A ello se suma el desvergonzado robo de cerebros que por décadas ha drenado nuestras perspectivas de progreso. Muchos jóvenes eminentes de nuestras tierras que estudian en las universidades del llamado Primer Mundo no regresan a sus países de origen, atraídos por elevados salarios y sofisticados centros de investigación.

En este empeño, la creación de capacidad es clave para hacer realidad las promesas que la ciencia, la tecnología y la innovación entrañan para el desarrollo sostenible.

Sr. Presidente:

Ante este escenario, el Sur demuestra —con determinación y creatividad— su capacidad para generar soluciones propias, basadas en la solidaridad y la soberanía científica.

Cuba cuenta con capacidades científicas no desestimables, herederas del legado del líder histórico de la Revolución Cubana, Fidel Castro, quien, con meridiano tino, identificó en este campo una fuente potenciadora del desarrollo.

Disponemos de un sistema de gestión de gobierno basado en ciencia e innovación, que ha devenido en importante fortaleza para la preservación de nuestra soberanía, con su mejor expresión en la creación de vacunas propias contra la COVID-19.

No obstante, para Cuba, conectar el conocimiento con la solución de los problemas del desarrollo es una tarea de gigantes, sobre todo, si esos esfuerzos deben transcurrir en medio de un férreo bloqueo económico, comercial y financiero, recrudecido con la injusta inclusión de Cuba en la Lista de Estados patrocinadores del terrorismo.

Estas medidas de guerra económica se han agravado con la actual campaña de descrédito impulsada por el Secretario de Estado de Estados Unidos contra la cooperación médica cubana, a pesar de ser una legítima expresión de Cooperación Sur-Sur ampliamente reconocida por la comunidad internacional y el sistema de las Naciones Unidas.

La colaboración médica internacional simboliza el compromiso de Cuba con la ciencia en función de la humanidad. Desde 1963, más de 605 mil profesionales cubanos de la salud han prestado servicios en 165 países.

Actualmente, Cuba brinda su apoyo en 56 naciones con más de 24 mil profesionales cubanos de la salud y ha formado decenas de miles de médicos de otros países, en su mayoría del Sur Global.

Durante la pandemia de COVID-19, más de 50 brigadas del Contingente Internacional Henry Reeve asistieron a pueblos del Sur y también del Norte, salvando vidas donde el acceso era limitado y fortaleciendo capacidades locales con una visión profundamente humanista. Nuestros colaboradores también ayudaron a enfrentar el Ébola en África y han socorrido a naciones hermanas durante terremotos u otros desastres naturales. 

Nuestra solidaridad ha sido genuina y su único objetivo es y seguirá siendo, en primer lugar, salvar vidas.

Sr. Presidente:

Estas experiencias demuestran que el Sur puede y debe construir su propio camino en la ciencia y la tecnología, basado en la cooperación, la complementariedad y la soberanía tecnológica.

Recuperemos ese espíritu de lucha, el conocimiento tradicional, el pensamiento creativo y la sapiencia colectiva. Luchemos por nuestro derecho al desarrollo, que es también el derecho de la humanidad a existir.

Solo así estaremos en condiciones de concurrir a la revolución científico-técnica en pie de igualdad, sin que pese sobre nuestros sueños la amenaza permanente de desaparecer.

Muchas gracias.

 

[1] Datos obtenidos del Informe “Tecnología e Innovación 2023”, de la UNCTAD.