Señor Presidente:
Agradecemos esta reunión promovida por Guyana, con el liderazgo de su Presidente.
Ante todo, Cuba condena en los términos más enérgicos el genocidio israelí contra el pueblo palestino y los recientes e injustificados ataques contra la República Islámica de Irán.
Ambos crímenes cuentan con el apoyo y la impunidad que garantiza el gobierno de Estados Unidos.
Ambos violan de manera flagrante la Carta de las Naciones Unidas, el Derecho Internacional, y constituyen una nueva y peligrosa escalada del conflicto en Oriente Medio.
En la Cumbre del Milenio del año 2000, el líder histórico de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz aseveró: “Cualquiera comprende que el objetivo fundamental de las Naciones Unidas, en el siglo apremiante que comienza, es el de salvar al mundo no solo de la guerra sino también del subdesarrollo, el hambre, las enfermedades, la pobreza y la destrucción de los medios naturales indispensables para la existencia humana. ¡Y debe hacerlo con premura antes de que sea demasiado tarde!” Fin de la cita.
Un cuarto de siglo después y próximos a conmemorar el 80 aniversario de la Organización, estamos muy lejos de salvar el planeta.
Un informe reciente del Secretario General[1] señala que en el 47 % de las metas de desarrollo sostenible, que por demás son conservadoras y limitadas, no se avanza a un ritmo suficiente, y en el 18 % de ellas se retrocede, por lo que existe el riesgo de que se incumplan más de dos tercios de los Objetivos de la Agenda 2030, a solo 5 años de la fecha que se pactó en el año 2015.
Más que nunca la paz y la seguridad internacionales se ven amenazadas por conflictos crecientes, actos de agresión, guerras no convencionales, bloqueos, tentativas de cambios de régimen y frecuentes violaciones de la Carta de la ONU y el Derecho Internacional.
Se dilapidan cuantiosos recursos en la carrera armamentista, con un incremento alarmante, por décimo año consecutivo, del gasto militar mundial, que en 2024 alcanzó los 2 billones 718 mil millones de dólares[2], un 9,4% más que en 2023, alentado por el enfoque y la trayectoria belicistas de los Estados Unidos.
Mientras esto ocurre, no se ha reducido la pobreza mundial y han aumentado drásticamente los niveles de hambre en el planeta. Datos conservadores indican que, en 2024, 670 millones de personas vivían en condiciones de pobreza extrema; más de 295 millones de personas en 53 países y territorios sufrieron niveles agudos de hambre y el número de personas que padecían niveles catastróficos de hambre alcanzó el máximo histórico.
Urge aplicar la Declaración sobre el Derecho al Desarrollo. Es imprescindible que los cuantiosos recursos que hoy se destinan al gasto militar se reorienten en función de la reducción del hambre y la pobreza, a fin de aliviar el déficit anual de inversión de 4 billones de dólares para la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible en los países en desarrollo[3].
El subdesarrollo y la pobreza resultantes de la desigual distribución de las riquezas siguen estando entre las causas fundamentales de la mayoría de los conflictos.
Una paz duradera precisa de la erradicación de las causas raigales de los conflictos, en particular de los problemas del desarrollo económico y social derivados de siglos de colonización, esclavitud, saqueo y guerras por el reparto del mundo. Urge que se modifique el modelo de producción y consumo irracional e insostenible del capitalismo actual. Los países desarrollados deben cumplir su responsabilidad histórica con el Sur y honrar sus compromisos en materia de ayuda oficial al desarrollo.
En este mundo donde prevalece la “filosofía del despojo”, parece casi imposible que podamos lograr la erradicación de la pobreza y avanzar hacia el desarrollo.
Resulta impostergable la construcción de un nuevo orden internacional justo, democrático y equitativo, así como una reforma urgente de la arquitectura financiera internacional. Corresponde a la Asamblea General liderar estos esfuerzos, y a los Estados fortalecer la solidaridad y la cooperación internacionales para erradicar la pobreza y avanzar hacia el desarrollo.
Frente a los peligros que hoy se ciernen sobre la humanidad, no abandonaremos jamás la aspiración de legar a las generaciones futuras un mundo de paz, en el que se respete la soberanía de los Estados, la no injerencia en sus asuntos internos, y en el cual se garantice el ejercicio pleno del derecho de los pueblos a la autodeterminación, tan necesarios para el desarrollo sostenible.
Muchas gracias.
[1] A/80/81-E/2025/62
[2] Informe del SIPRI. https://www.sipri.org/sites/default/files/2025%20MILEX%20PR%20ESP.pdf
[3] Informe del SG “Progresos realizados para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible” A/80/81-E/2025/62